"¿No estás enfadada conmigo?", le pregunté.

Entrecerró los ojos y dio un paso atrás, estudiándome un momento.

"¿Debería estarlo?", me preguntó.

"Los resultados están mal... ¿no?".

Me mordí el labio y asentí sin vacilar.

"Sí, claro que sí, pero-".

"Pero nada", dijo levantando la mano para detenerme. "Se equivocaron y ahora quedas como culpable. Papá va a conseguir exactamente lo que quiere y no es justo. Sé que tienes buen corazón y que nunca le mentirías a mi hermano".

Asentí con la cabeza mientras los ojos se me llenaban de lágrimas; creía que ya había llorado todo lo que podía antes, pero se demostró que estaba equivocada.

"Por favor, no dejes que esto se interponga entre ustedes dos. Sé que nunca abandonarías a mi hermano. Ese bebé es suyo... ¡Es mi sobrino y esa es una colina en la que probablemente moriré!".

Sonreí; la primera sonrisa en todo el día.

"¿Me crees?", le pregunté.

Ella sonrió y me envolvió en sus brazos.

"Claro que te creo. Y mi hermano también.