"¿Nos vamos a casa?", le pregunté.

Se giró para mirarme y una sonrisa apareció en sus labios.

"Todavía no", me dijo. "Quiero llevarte a un lugar".

Los guardias que nos habían estado siguiendo, los que casi había olvidado que estaban presentes, se pusieron firmes cuando Xaden les susurró algo. Se miraron unos a otros antes de responder. Xaden dijo algo más y entonces asintieron de mala gana, dando un paso atrás. Se volvió hacia mí y volvió a cogerme de la mano, tirando de mí hacia el interior del coche.

Me sorprendió que los guardias no subieran a su propio coche y nos siguieran mientras nos alejábamos del palacio.

"¿Qué les dijiste?", pregunté.

"Les dije que se quedaran un rato", me dijo. "Quería que estuviéramos solos".

Levanté las cejas.

"¿Es eso prudente?", pregunté.

Se encogió de hombros.

"Probablemente no, pero pensé que quizá te estabas hartando de que te vigilaran constantemente. Puedo mantenerte a salvo, Maeve. No hay nada de lo que debas preocuparte ahora".