Capítulo 183
Y, tras un corto y dulce beso en la frente, se fue. Estaba sola.

Bueno... pensé, levantando la mano para contemplar el tesoro que ahora tenía. Supuse que en realidad no estaba tan sola. La piedra azul púrpura se veía igual de magnífica a la luz de la mañana, si no más, y hacía que se me disparara el corazón.

No podía saciarme de ella.

No podía saciarme de él.

En tan poco tiempo, se había entretejido en mí tan profundamente, tan fuertemente, que no podía distinguir dónde terminaba él y empezaba yo. Cada átomo, cada fibra de mi ser zumbaba con la sensación y el recuerdo de él, como si siempre hubiera estado ahí desde el principio.

No, quise reprenderme.

No debería sentirme así. La vida me había enseñado desde muy pequeña a no depender tanto de la bondad de los demás. No cuando era tan fácil para ellos marcharse.

Se me nubló la vista y se me llenó de lágrimas.

Maldita sea. Ahora no... Solo quiero ser feliz. Déjame ser feliz.

Respiré hondo y cerré los ojos con la
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