No bajaré la guardia

Ambos yacían en la cama con sus cuerpos entrelazados y sus mentes tan estrechamente comprometidas entre sí. Después de días de silencio y distancia, finalmente estaban hablando de asuntos de importancia.

—Tu padre ni siquiera está muerto todavía— comentó en tono agudo— ¿No está Bianca tomando un gran riesgo al traicionarnos?

La amargura nubló los hermosos rasgos de Salvatore cuando respondió:

—Parece que mi madrastra desea aferrarse al poder más que cualquier otra cosa. La desesperación la está impulsando a ser imprudente. Sabe que sus días están contados con la enfermedad de mi padre.

A medida que asimilaba las palabras de su marido, la conciencia de Amelia se agudizó con claridad.

Una vez más, Bianca Benelli parecía estar representando una advertencia en su beneficio. Por el poder, habí

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