La hermanastra

Un presentimiento de inquietud surgió cuando escrutó a la otra mujer.

La rubia parecía vagamente familiar. Los ojos de Amelia se agrandaron cuando de repente la reconoció como la mujer de la clínica. La noche en que le dispararon a Maurizio.

¿Podría esta mujer también ser ...?

La rubia extendió la mano y se presentó:

—Soy Gianna Bianchi. La hermanastra de Salvatore.

Ante esto, la mandíbula de Amelia se tensó una fracción. Parecería que Mali había vuelto a tener razón. De hecho, la Sra. Bianchi había dado el primer paso.

Con una sonrisa forzada, aceptó la mano de Gianna. Ella la sacudió con firmeza.

—Un placer, Sra. Bianchi.

—Felicitaciones por el compromiso, por cierto. Conozco a mi querido hermano desde hace casi diez años, y nunca lo he visto conformarse con una sola muj

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