Ahora, ¿quién diría que no a un descanso? Arianne inmediatamente agitó su teléfono antes de chirriar, “¡Bueno, entonces! Déjame pedir un permiso de medio día a mi líder intrépido. Relájate, lo arreglaré en una tarde. Cualquier cosa que tenga que decir para influir en tu favor, las diré. ¡Recuerda invitarme a una buena comida por esto!"

...

Después de su almuerzo con Mark, Arianne se dirigió directamente al Chalet Smith.

Melanie estaba ordenando la ropa de Alejandro en el dormitorio. Cada camisa y cada traje que ella había tocado estaban impecables como si los hubiera comprado ayer, apilados en la fila más ordenada que uno pueda imaginar. Cada uno de ellos también tenía un olor; una fragancia tenue, pero distinta, que se asemeja a la propia Melanie: refinada, remilgada, atractiva y un poco terca en el fondo.

"¿Todo esto es obra tuya?" Arianne exclamó en sorpresa. Desde que las cosas eran oficiales entre Mark y ella, Arianne nunca se había dignado a ninguna de estas tareas. Con su me