Un amigo.

Atenea-

A medida que pasaban los días, me sentía cada vez más viva. La vida se estaba filtrando en mí poco a poco y pronto; Podía reconocer voces a mi alrededor y olores, que siempre estuvo allí era el olor de Karim. No sé si alguna vez se fue de mi lado.

Alguien siempre estaba agarrando mi mano como si tuvieran miedo de que me escapara si me dejaban. Sé que esa mano callosa no pertenecía a nadie más que a Karim.

—Se está calentando —escuché su voz muy alta y clara.

Había un tinte de emoción en él, y apretó mi palma.

Mis ojos se abrieron y me encontré cara a cara con él. Sus orbes verdes perforaron mi alma y mi corazón golpeó contra mi caja torácica.

—Ella está despierta —dijo, y su rostro se dibujó en una sonrisa.

Casi volví a mi estado de inconsciencia porque me estaba sonriendo.

King Karim me estaba sonriendo.

Su sonrisa era tan aterradora que nadie lo había visto sonreír antes.

El curandero apareció a mi lado en poco tiempo y con manos temblorosas; levantó mi párpado. Mis ojos rev
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