No es un animal-

MORFEO-

La mujer tiene una manera de hacerme perder el equilibrio. Ella me deja sin palabras cada vez que está cerca de mí. Nunca nadie me había hecho así, ni siquiera Atenea.

Ella era audaz y segura, y nunca supe que algún día me quedaría en silencio frente a una dama. Sentí que todo era obra de la diosa de la luna y no quería sucumbir.

Decidí llevarle algo de comida cuando escuché su estómago gruñir, pero ella no se queda en ningún lugar, siempre acosándome.

Ojalá pudiera hablar con ella y ponerla en orden. Mientras me alejaba de la cueva después de desatarla, ella me siguió y me tocó. Su toque envió escalofríos por mi columna, y el hormigueo era tan intenso que casi dolía.

Me volví hacia ella y ella retrocedió unos pasos.

—Tengo hambre —se quejó, y eso me rompió el corazón en mil pedazos.

Ojalá pudiera decirle que iba a cazar carne para ella. No podía proporcionarle una comida adecuada excepto las bestias que cazo. Ella no me merece; ella no merece estar conmigo y sufrir conmigo.

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