Mitchell llamó a su primo de inmediato.

En menos de veinte minutos.

Un hombre gordo que parecía pesar más de 100 kg apareció frente a Eric.

Tenía una sonrisa amplia que hacía que sus ojos se entrecerraran en una línea delgada.

Eric hizo una pausa y frunció el ceño. Su expresión era sombría y fea cuando miró a Mitchell, quien estaba de pie junto a su primo.

"¿Primo?".

Antes de que Mitchell pudiera hablar, los labios del gordo se curvaron en una sonrisa. Se presentó con saliva volando por todas partes. “No tiene que ser tan cortés, Señor Ferguson. No es necesario que me llame Primo. Me llamo Toto. No se preocupe, ¡no se arrepentirá de haberme elegido como su mayordomo! Un mes para reconciliarse, tres meses para avivar sus sentimientos el uno por el otro, ¡y ustedes dos se volverán a casar dentro de un año!”.

Toto se presentó elocuentemente. Solo podía mostrarse confiado si establecía claramente el objetivo para Eric.

De lo contrario, ¡sentía que sería muy probable que lo echaran!