La casa de Jardines Imperiales tenía dos pisos y era amplia y luminosa.

Había un elevador que conectaba ambos pisos, por lo tanto no obstaculizaba los movimientos de Eric en su silla de ruedas.

Nicole subió y le echó un vistazo a la habitación.

Efectivamente, todo estaba igual que cuando se fue. Parecía que no había pasado tiempo desde la última vez que estuvo aquí.

Sin embargo, aquellos recuerdos solo la hacían sentir deprimida, insípida y sin aliento.

Era como si una enorme roca le presionara el pecho, tan pesada que le aplastaba los huesos y los órganos.

A Nicole solía encantarle sentarse en la silla del balcón, esperando que el coche de Eric apareciera de repente por el portón.

Sin embargo, Eric nunca aparecía.

Eric nunca había estado en la habitación de ella, pero lo único que ella recordaba era a él.

Ella era tan miserable en ese entonces.

Nicole frunció los labios con indiferencia. Despreocupadamente acercó un bote de basura y tiró en él todo lo que había sobre la mesa