Nadie sabía si eso fue sarcasmo o una mera descripción de Ingrid.

Después de que Eric terminó de hablar, le dio a Ingrid una mirada significativa.

Luego, se dio la vuelta para irse.

Ingrid no quería dejarlo ir así. Ella lloró y tomó su brazo.

“¡Devuélvemelo, hermano! Él realmente me gusta. ¿Por qué no puedes desearme una buena vida? Siempre me has menospreciado desde que éramos pequeños. Me intimidaste por una extraña, y ahora, incluso quieres lastimar a la persona que me gusta…”.

Eric la sacudió irritado, la agarró del cuello de la camisa, la levantó y la miró con fiereza.

“¿La persona que te gusta? ¿Te estás haciendo la tonta o simplemente eres una cualquiera? Cortaron a Papá, mataron al Abuelo y te capturaron a ti y a Mamá para amenazarme, ¡¿pero todavía estás enamorado del enemigo?!”.

Eric apretó los dientes. Su rostro era frío y severo.

“Te diré la verdad. Si Mamá no estuviera en sus manos, ¿realmente crees que me preocuparía por tu vida?”.

De repente, Eric arrojó a Ingri