Yvette se quedó mirando a Lance, quien no estaba convencido de nada, y realmente no sabía qué decir.

Ella solo pudo encogerse de hombros con impotencia.

“Antes de que Hans se fuera, dijo que Iris era muy capaz. Es una persona ambiciosa y puede hacer aún más por la compañía. No deberías despedirla por asuntos tan triviales”.

La expresión de Lance no cambió, y su tono era indiferente.

“Hans no siempre tiene la razón. Hay momentos en que también se equivoca. ¿Ambiciosa? ¡Creo que es una lunática!”.

La frase cayó como un peñasco lanzado sobre la superficie tranquila del mar, provocando que las olas se levanten y se agiten, fluyendo y refluyendo de forma inestable.

“Ella ya es tan cruel tratando a una novata como tú. Si ella trata a otros empleados de esta manera, ¿crees que podrán librarse tan fácilmente como tú?”.

Las palabras de Lance hicieron que el corazón de Yvette se hundiera.

Solo pensaba en sí misma y se olvidaba de los demás.

Yvette no podía responder por Iris, y mucho me