La amplia calle quedó vacía.

Eric Ferguson ni siquiera miró a Wendy, que estaba en el suelo. Simplemente se subió a su coche y se marchó.

Nadie prestó atención a la herida Wendy Quade, quien fue abandonada como una bolsa de basura.

Estando indefensa, Wendy se levantó del suelo y llamó a su tío mayor, pero tan pronto como contestó el teléfono, la maldijo.

“¡Tu m*ldita bruja! ¡¿Qué has hecho para que el Señor Ferguson se enfade tanto?! ¡Ahora quiere aplastar mi compañía! ¡¿Qué tienes que decir sobre eso?!”.

Wendy entró en pánico y no tenía palabras cuando de repente escuchó la bocina de un coche.

‘¿Eric envió a alguien a recogerme? ¿Significa eso que me está dando una segunda oportunidad?’, pensó Wendy.

Antes de que pudiera deleitarse con su euforia, vio que varios coches se detuvieron frente a ella.

¡Eran patrullas de policía!

Los policías que estaban dentro salieron de las patrullas con rostros fríos y solemnes.

“¿Wendy Quade? Alguien la está acusando de homicidio intencional