Nicole pensó que el caballeroso Clayton, quien siempre se había conformado con solo una probadita, era un hombre que no se dejaba seducir por las mujeres.

Desde que empezaron a salir, él no había hecho nada más que besarla y abrazarla.

Tenían un amor platónico.

Se sentía bien no tener una relación sexual. No tenían que evaluar los intereses, ni conduciría a una serie de situaciones irreversibles.

Después de todo, sus identidades eran especiales. Cada movimiento que hicieran repercutiría en el enorme capital que tenían detrás de ellos.

Por lo tanto, ninguno de los dos sería tan abierto.

Nicole se dio cuenta de repente de que Clayton, quien parecía el perfecto caballero, no era diferente de otros hombres una vez perdía el control.

Parpadeó y esperó su respuesta.

Los ojos oscuros de Clayton se ensombrecieron. Miró a Nicole durante un largo rato antes de hablar francamente con voz ronca.

“Sí, sí quiero”.

Clayton realmente lo deseaba, pero también sabía que Nicole no era una mujer