"Yo… De Reina Maitana…""Me pregunto si también podré darte el hijo que tanto anhelas, mi amado Landel…" Pensé siguiendo a Landel a distancia que llevaba alzada a Amanda. Justo en ese momento, ingresó a ese jardín privado, el mensajero Real y ambos nos detuvimos. —Su majestad glorioso Rey de Maita Landel Lamparth. Se adelantó la reunión del Linaje Real. Será dentro de una hora —informó el hombre a Landel. Noté como la expresión de alegría de Landel cambió a una fría. —Entiendo, puedes irte. El hombre hizo una reverencia y se marchó. "¿Tan malo es… Que vaya a reunirse con su familia…?" Pensé curiosa. Fue cuando recordé la vez que hablé con el Rey retirado. Aunque yo hacia las preguntas, me sentí bajo presión, como si fuese a mí a quien interrogaban. La Reina retirada no parecía quererme para Landel ya que hasta la fecha nunca la conocí aunque él me dijo que nos presentaría. Sus hermanos, tampoco sabía mucho de ellos, solo un poco de Jhonn, pero al parecer él… Ese chico, Jh
—Estoy de acuerdo —aceptó la Reina retirada, Virginia Wiztan. —¡Definitivamente no! —exclamó de inmediato en negativa, el Rey retirado Lance Lamparth. —¡¿Por qué no?!, ¿no ves que no tenemos muchas alternativas, Lance? —decía Virginia molesta a su esposo. —¡Claro que las hay!, ¿no estás viendo que solo estás buscando el camino sencillo? —¡Pero tu camino es el del caos, el de las guerras, donde muchísimas personas morirán!, ¡Landel no quiere eso! —¡Aquí no se trata de lo que Landel quiera!, es lo mejor para el Reino. —¡No!, ¡lo mejor para el Reino es la paz bajo un matrimonio político!, ¡tú eres un egoísta que solo piensa en sí mismo! —¡Claro que soy un egoísta!, ¡¿cómo pretendes que venda a MI HIJA?!…..Landel Lamparth se quedó en total silencio, sintiéndose incómodo ante la discusión de sus padres. Por otro lado Yurina acercó su boca al oído de su esposo susurrando: —¿Ellos… Son así?, es como si se odiaran… Landel sonrió avergonzado a su esposa. —En realidad siempre son
••••••••••—¿Reina?, ¿seguro que quieres eso? —preguntó el marqués Sebastián Forsten a su sobrino, el Rey Maitano, Landel Lamparth. —Así es, tío. Es una decisión que ya tomé y lo hablé con Yurina —respondió Landel, sentado en una silla de un pequeño y elegante salón de reuniones. —Pensé que tú eras el que le había metido esa idea a la cabeza. Así como el que atacara Romian en el pasado —comentó el ex Rey Maitano, Lance Lamparth. —¿Eso?, ¡no me culpes de todo, Lance! —exclamó el marqués frunciendo el ceño—, ¿cuántas guerras no te ayudé a ti a ganar en el pasado? —Solo una~ —respondió Lance burlista. —¡Pero te ayudé!, ahora. Si Landel quiere a la pobre extranjera de Reina que lo haga. Él es el Rey y ella es óptima para la corona. —No es óptima —respondió Lance—. Pero tampoco me opondré si la amas —habló el Rey retirado a su hijo. —¿Cómo harás que la nobleza no te haga un desastre con tal decisión?, ahora con la muerte de la primer esposa que era estéril. Todos esperan que se anun
••••••••••—¿Para qué quería tu padre hablar contigo a solas? —preguntó Yurina a su esposo. —Él me llevó a reunirme con mi tío — contestaba tranquilamente el joven Rey Maitano mientras caminaba por ese largo pasillo interno, en el castillo principal—. Querían hablar conmigo sobre mi decisión de que fueras la Reina y también de los asuntos con Gorian, Bushlak y el asesinato de Juliana. —¿Qué te dijeron? —preguntó Yurina llena de curiosidad, mientras casualmente tomaba de la mano a su esposo mientras caminaba a su lado. —Lo aprobaron. Ambos me apoyan en darte la corona. —¿Así de simple?, ¿sin ninguna condición de por medio? —preguntó la concubina sospechando que ese Rey estaba omitiendo algo. Landel posó sus ojos dorados en dirección a las largas ventanas del sector izquierdo de ese pasillo, él guardó silencio. No le quería mentir a su esposa… Pero tampoco podía darle los detalles. Se sintió culpable por ello… Sin embargo… No dijo nada más. —Yo hablé con tu madrastra, la Reina re
••••••••••6: 30pm. —Te veo en unas horas, Landel —se despidió del Rey, el Conde Heliar, yéndose de ese sector cerca de unos altos arbustos en las afueras del cementerio Real donde hablaban. El otro hombre que estaba con ellos dos, se le quedó viendo a distancia. Una seria expresión se mostraba en el Duque Darrell Brown. —Él debe estar muy afectado —habló el Duque al Rey Maitano que seguía a su lado. Landel veía seriamente a ese hombre rubio, vestido totalmente de blanco y con esa llamativa cicatriz en el sector izquierdo de su rostro que recorría desde su mejilla bajando por su quijada y terminaba en su cuello. —Lo sé, pero… No hay nada que se pueda hacer al respecto. Aunque me gustaría que su dolor desaparezcan me temo que jamás sucederá, era su hermana pequeña… Mi tío perdió a la suya y hasta el día de hoy sigue enojado con mi padre por ello. —¿Crees que Alfred te eche las culpas? —preguntó el Duque al joven Rey Maitano. —No. Ya hablé con Alfred, además, es mi mejor amigo. T
—¿Mejor amigo?, cómo si la amistad no fuera algo fácil de romper jajaja~ —se burló el marqués del Conde Heliar. —¡Hablará por usted mismo, marqués Forsten!, cada quien actúa según sus principios. El hombre maduro sonrió malicioso levantándose de la silla en la que estaba, él acercó su daga al cuello del Conde Alfred Heliar. —¿Debería enviarte al más allá junto a tu "querida" hermana?, por qué mejor no me cuentas de las reacciones del Duque cuando hablaste con él. —¿Reacciones?, Darrell Brown es un hombre bastante controlado. Es... Calmado, nunca lo he visto reaccionar alterado —explicaba el Conde con total franqueza. —Mmm, yo sí. Será el tío de mi hija. Pero ese maldito nunca me agradó, es tan falso cómo lo era su padre en vida y tan manipulador como lo era su hermana mayor. —¿Hermana mayor?, pero... Usted se casó con ella... —decía el Conde confundido. —Que me haya enamorado no quiere decir que ella no haya sido una m*ldita. Cómo sea... Si no me informas de nada relevante tend
••••••••••En la actualidad. Una vez que el marqués Forsten había salido de esa habitación secreta de tortura. Caminaba por el largo pasillo de ese túnel alumbrado por las farolas de pared. Cuando en su mente cruzó el recuerdo de esa mujer perteneciente al Linaje Brown. Esa ex concubina Real con la que se casó años atrás. ••••••••••Hace 17 años y medio: ••••••••••La luz naranja de ese atardecer primaveral bañaba a esa mujer rubia que sentada sobre el césped veía la puesta del sol desde esa colina en el marquesado Forsten. Sus manos enguantadas posadas sobre su pancita crecida mostrando su embarazo tras ese vestido blanco maternal que la hacía resaltar aún más. —Sabes Sebastián, estuve pensando en un nombre para él o la bebé~ —sonrió ella viendo a su costado izquierdo a ese hombre que sentado a su lado comía tranquilo una fruta. —¿Nombres?, ¿por qué lo piensas tanto?, da igual cómo se llame. Al final será solo una herramienta para el marquesado y el Reino. —¡No le puedo pon
*************••••••••••*************>>> Landel Lamparth: Karla estaba llorando de rodillas en el piso aferrada a mis piernas mientras yo me encontraba sentado. Su llanto sonaba realmente doloroso. Sabía que la estaba hiriendo, no pude evitar recordar cuando decidí tomarla como mi esposa. Estaba sumergido en la desesperación. Había intentado tener hijos en muchas ocasiones con Juliana y me preguntaba: ¿Qué salía mal? ¿Era mi inexperiencia? ¿Era algún problema con ella o conmigo? La sugerencia del médico Real, era tomar a otra concubina e intentarlo con esa. Lo empecé y consume nuestro matrimonio. Pero… Deje de intentarlo pronto. Tuve miedo de ser un Rey infértil y cortar la línea de sangre pura, sentía esa presión por parte de todos esos nobles y maitanos que confiaban en mí. Comencé a creer que se debía a mis resientes síntomas, cada día iban empeorando aún más… Karla solo fue una pobre mujer que tomé como un experimento del que me arrepentí, aún cuando mi tío sugirió d