No soy una prisionera

Él estaba de pie cerca de la puerta, apoyado en el marco de la puerta, observándola como un halcón.

Silvia tuvo suficiente de él. No podía respirar con normalidad con su abrumadora presencia observándola como una sentencia de muerte.

Con todo el coraje que reunió, golpeó la losa con la espátula antes de pisotear hacia él.

Rasmus parecía imperturbable mientras observaba.

—Para esto, ¿por qué no me dejas en paz? —preguntó con los dientes apretados.

—¿Para que puedas contactar a Alonso? Me pregunto si vas a él cada vez que desapareces en tu portal —dijo en un tono frío que hizo que su corazón se acelere ante su acusación.

—Tú y yo sabemos que no hay nada de eso. Así que deja de vigilarme. No soy una prisionera —dijo ella y él inclinó la cabeza.

—Agradece que estoy siendo amable y solo te vigilo cuando podría ser mucho más peligroso. Apuesto a que no te gustará eso —dijo con frialdad, causando escalofríos en su espalda.

Quería clavar sus dedos en esos orbes de jade y dejarlo ciego, pero l
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