En la residencia Viteri-Lawson, Maddy estaba en la cama rodeada de sus trillizos, quienes fueron migrando a la cama de su madre a medida que se despertaban, ella los fue recibiendo y ya eran un ovillo humano los cuatro abrazaditos bajo la manta.
Deyanira tocó la puerta e ingresó al escuchar la autorización de su amiga:
–Buenos días, con razón las camas estaban vacías y no los encontraba, ¿tienen rato aquí?
–Ufff, el primero en llegar fue Gerald, le siguió Justin y de último Bayron, venían dormidos todavía, así que volvieron a caer, jejeje. ¿Tú cómo amaneciste?
–Bien, a Dios gracias, ¿dónde está el señor
Maddy escuchó perfectamente lo dicho por Renán para justificarse, así como lo que le manifestó a Deyanira, suspiró aliviada, aun cuando las dudas la habían invadido, sobre todo por cada cosa que argumentó su amiga, el tener allí a su esposo, preocupado y explicándole todo lo sucedido sentía que su primera impresión había sido la correcta, al pensar que Renán no era capaz de engañarla. –Entonces, ¿hablaste con Cassandra? –Sí mi amor, no debemos preocuparnos por ella, ven, sal de este frío, ¿por qué te viniste a la terraza?, podrías resfriarte. –Me decía que tú no eras tan buen actor y que deb&iacu
Maddy escuchó a su esposo y tragó grueso, lo conocía lo suficiente para saber que, si Deyanira se tomaba nuevamente la libertad de cuestionarlo, la convivencia se iba a tornar difícil; pensaba en la conveniencia de hablar con su amiga, ya que, aunque ella seguía pendiente de los trillizos ya ellos contaban con personal de limpieza, cocina, traslado y custodia, por lo que la atención de Deyanira era más costumbre que deber.Mientras Maddy reflexionaba sobre Deyanira, Renán pensaba que la había aceptado como parte del grupo familiar de su esposa, pero no toleraría intromisiones, mucho menos si era para poner a Maddy en su contra. –¿Crees que tu papá esté fuera del hospital mañana?, es Nochebuena y me encantaría cenar en familia.&
Renán palmeó la espalda de su amigo y se incorporó para ir al encuentro de Fernanda, la chica estaba en la cocina preparando café para todos. –Señorita, ante todo quisiera agradecerle los cuidados a Edison, realmente tiene mejor aspecto. –No ha sido fácil porque cede un poquito y de pronto como que se acuerda de lo que le pasó y se encierra en su habitación, pero ahí voy poco a poco, digamos que lo mejor es que ahora se baña y come, jejeje. –¿Usted tiene familia aquí? –En Seattle no, pero en Miami si tengo, ¿por qué?&
Román y Renán se despidieron en las afueras del edificio de Edison, con un fuerte abrazo y deseándose una feliz Navidad, tal vez no se vieran hasta el año nuevo, sin embargo, se mantendrían en contacto; Renán subió a su vehículo y se dedicó a ordenar todo lo concerniente al viaje de su amigo Edison hasta California, seguidamente les avisaría a sus padres y esperaba que todo resultara con bien para Edison.Román también abordó su vehículo, sonrió con una gran determinación en su mente y tomó rumbo a la vivienda de Sienna Delonardo, llegó en poco tiempo, no encontró mucho tráfico y era relativamente cerca, respiró profundamente tres veces y descendió, caminó decidido y al estar frente a la puerta, tocó a la misma con ansiedad.Sienna abrió la puerta, estaba con la cara lavada, usando una bata sobre su pijama rosada, el cabello recogido en un moño desordenado que dejaba varios mechones sueltos, abrió sus grandes ojos con asombro, pero no tuvo tiempo de pronunciar ninguna palabra.Su boca
Durante el largo vuelo de regreso, Alberto ladeó su cabeza para ver a la hermosa y dulce mujer que descansaba en su hombro, venían de haber pasado unos maravillosos días donde solo existieron ellos dos, él tenía el firme propósito de repetir esa experiencia tantas veces como fuera posible.Cerró los ojos y su mente viajó hasta el día donde tuvo su primer encuentro con la mujer que ahora se sentaba a su lado entrelazando sus manos y que, felizmente, había convertido en su esposa:INICIO DE FLASHBACKUn sábado cualquiera con el sol brillando en lo alto, aunque amenazado por unas nubes que estaban emergiendo en el horizonte, Alberto Enrique decidió visitar su tienda de corbatas favorita en un centro comercial abarrotado de clientes por ser fin de semana de descuento en todas las tiendas.“Creo que escogí un mal día” –se dijo mentalmente al verse rodeado de tantas personas, pero considerando que solo visitaría una tienda y sabía exactamente lo que deseaba, decidió seguir adelante.Al lleg
Alberto llegó a su espacio privado y cerró la puerta, tomó su teléfono dispuesto a responder el mensaje que había recibido y que esperaba ansioso. Cuando estaba en casa se comunicaba con la “joven de la escalera” por mensajes ya que, por instinto, protegía su relación con ella de su madre, aunque a veces se reclamaba ser tan desconfiado, la reciente conversación con su progenitora le daba algo de razón para continuar así.Kelsey: Ya estoy en casa, todo bien.Alberto: Me alegro mucho, ¿cómo estuvo la clase?Kelsey: Como siempre interesante y yo tratando de absorber todas las indicaciones de los profesores.Alberto: Mañana estaré bastante ocupado durante el día, pero podré buscarte al salir de tu trabajo.Kelsey
Ya en tierra firme y antes de subir al automóvil que los llevaría a la casa donde comenzarían su nueva vida juntos, llamó a su madre para informarle que acababa de aterrizar y que se verían muy pronto.La siguiente llamada fue en conferencia para sus amigos Román y Renán: –Señor Cordis –saludó Román–, bienvenido de vuelta. –Jode que estás en la edad –respondió Alberto, riendo. –Amigo, pregunta obligada –intervino Renán– ¿nos vemos mañana? –Les confirmo luego amigos, porque no lo he coordinado con mi
Los padres de Edison lo salvaron del interrogatorio al que iban a someterlo sus hermanos y cuñados, el señor Pejafiel les pidió ayuda para colocar unas luces y organizar una gran mesa en el porche y así ocupar el espacio para la cena de ese día, aprovecharían que la temperatura, aunque fría, sería tolerable para las damas presentes.Los hombres se dedicaron a seguir las instrucciones del jefe de familia, mientras la madre de Edison se unió a sus hijas y a la invitada del día, ya que así consideraba a Fernanda. –Hola chicas, ¿qué hacen? –preguntó la señora al llegar al rincón donde sus hijas tenían acorralada a Fernanda. –Aquí mami, pidiéndole todos sus