SE ME SALTAN LAS LÁGRIMAS

Giulia

—¡Oh, Giulia! —Mi madre me abraza con fuerza—. No tienes idea de cuánto te he extrañado. No sabía que vendrías hoy. ¿Por qué no me lo dijiste? Te habría preparado algo especial. —Se aparta y su mirada recorre mi rostro.

Se me saltan las lágrimas de los ojos al ver lo hermosa y relajada que se ve. Lo atribuyo al hecho de que ya no tiene que preocuparse por nada. Está segura y protegida en esta hermosa casa de piedra rojiza en un buen vecindario... todo gracias a Florentino.

«Están bajo mi protección; es insultante que me preguntes eso», dijo, y sé que lo decía en serio.

—No sabía que iba a venir hoy. Fue algo que se me ocurrió en el momento —le explico sin convicción—. Acabamos de llegar de Italia hace unos minutos y decidí que debía verte.

—¿En serio? —Mamá sonríe de felicidad ante el inesperado placer de mi compañía—. Bueno, entra. Hay restos de lasaña en el frigorífico. Te la calentaré. —Empieza a arrastrarme hacia la cocina, pero la detengo.

—No tengo hambre, mamá. Comí en e
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