LA MUCAMA Y EL CEO
LA MUCAMA Y EL CEO
Por: Escarlata
MUJER ORDINARIA

CAPITULO 1

Isabel se levanta como cada mañana antes que el sol salga, para ella el frio de la madrugada es un abrigo que acaricia su piel desde hace algunos años, prepara el café para despertarse, para sentir que sus ojos no se cierran mientras prepara un desayuno rápido, sube a la habitación de su pequeño hijo Samuel que no quiere abrir los ojos, es muy temprano para que un niño pequeño se levante pero debe ir al jardín como cualquier niño de 5 años, después de una pequeña lucha de poderes de los dos entre si se levanta o no el pequeño, Isabel logra bañarlo y llevarlo con su delantal de cuadros y una mochila hasta la escuela donde su hermana que es la profesora la espera para recibirla, allí como cada día va hasta la parada del autobús, debe subirse pues si no llegara tarde no importa lo lleno e incómodo que pase debe soportar olores, y que otros la aprieten mientras el conductor hace que más gente se suba como si ya el automóvil no estuviera lleno es evidente que no cabe ni un alma mas pero no pueden protestar ya se acostumbraron a una vida llena de carencias.

Mientras pasan las horas Isabel mira por la ventana, ve como las calles están llenas de gente y como cada quien tiene su historia ella no es la excepción su historia es tan dolorosa como la de muchos transeúntes.

Era muy joven cuando su padre enviudo, se volvió un hombre frio pero en especial se convirtió en un ser sobreprotector tanto con ella como con su hermana Irma, las dos le tenían miedo pues se había vuelto un hombre agresivo que las golpeaba sin motivo aparente, él era un hombre ruin pero era su padre y ella quería que el la quisiera aunque fuera un poco sin embargo amor no existía en aquella casa. No fue difícil que un se enamorara perdidamente de Jhon su primer novio, tenía tan solo 16 años cuando el empezó a pretenderla, a luchar por poder verla y en ese momento aquellos actos le parecían valerosos, se sentía la princesa en el castillo encerrada por su ogro y Jhon ocupaba el lugar de príncipe azul en esa historia, aún recuerda su vida en aquella época la ilusión del amor verdadero. Isabel no sabía nada de sexualidad, no sabía nada sobre métodos de planificación, en la escuela era un tema tabú y si hablaba de eso en casa muy probablemente recibiría una golpiza, cometió un error a su corta edad creer en la palabra de su novio, frases como “ Me vengo afuera” o “ Es tu primera vez no vas a quedar embarazada”, fueron necesarias para ella, se sentía protegida en sus brazos y creía en Jhon ciegamente, su primera vez fue romántica y dolorosa pero sentía que era un prueba de amor para que él se diera cuenta que lo amaba y le estaba entregando todo de ella.

Las cosas jamás fueron como las planeo, quedo embarazada después de dos o tres encuentros los mismos en los que ella se sintió aterrada, tenía tan solo 16 años y una gran responsabilidad creciendo en su estómago, pensó en el aborto pero tenía miedo pues una amiga suya había muerto haciéndose ese procedimiento en un lugar no apto así que esa posibilidad fue descartada por ella de inmediato por el miedo.

Aún recuerda ese día como si hubiera sido hoy mismo, su padre gritando sin cesar porque se dio cuenta que ella no había menstruado en dos meses y que además estaba engordando, el hombre sin piedad la jalo del cabello y la saco de la casa en medio de la noche y la lluvia insesante.

Busco apoyo de Jhon pero el tambien era un niño jugando a ser papá, lo único que hizo por ella fue recibirla en su casa y al estar allí todo fue peor, las humillaciones de la suegra no se hicieron esperar pero no tenía a donde más ir, tenía que volverse la empleada de la familia.

 — ¡¿Que piensas hacer?!— exclamó enojada la mujer al ver que Isabel no había hecho nada de aseo en casa, ella se sentía muy mal acababa de empezar labor de parto.

Tuvo que irse sol hasta el hospital y cuando vio a su pequeño Samuel todo su mundo fue perfecto, ese niño de ojos azules como los de ella era todo lo que necesitaba para ser feliz, se fue de casa y se refugió donde una amiga por un tiempo, lucho sola por su bebé hasta que llegó al hotel y como mucama ha sacado a su hijo adelante.

Llega corriendo para cambiarse antes que su supervisora la regañe por llegar de nuevo tarde, su vida transcurre normal es un día de una mujer cualquiera que trabaja para sacar a su hijo adelante, la única diferencia es que ella tiene 22 años pero ha vivido 40, su cabello está enmarañado pues desde hace mucho dejo de ser coqueta, su ropa es ancha y muchas veces no es de su talla aprendió a comprar ropa de segunda para darle lo mejor a su hijo, mientras tiende la cama de una de las habitaciones esperando que quede perfecta, un hombre sale de la ducha tiene unos músculos fuertes además de una sonrisa encantadora, su cuerpo está húmedo y tiene una toalla en la cintura mientras que con otra se seca el cabello.

— Ya está lista su habitación— sonríe ella mientras intenta salir pero antes de hacerlo uno de los trapos que usa para limpiar el suelo cae, el con total gentileza lo recoge en un instinto rápido.

Isabel abre los ojos al ver que la toalla de ese hombre se cae de su cintura y su masculinidad se ve reflejada, el hombre avergonzado toma una almohada intentando cubrir su desnudez :— Lo siento señorita — suspira mientras su rostro se pone completamente ruborizado.

— Yo... Yo... — Isabel no puedo evitar ver aquella masculinad, es innegable que el hombre es muy guapo y puede decirse que hay una atracción innegable entre los dos. ella lo único que hace es salir de la habitación corriendo con una sonrisa en su rostro, desde hace mucho que no hace el amor y solo había visto un pene en toda su vida y definitivamente el que acaba de ver es mejor que el de Jhon.

—¿Porque estás tan sonriente?— pregunta pícara su mejor Sara que siempre está atenta a todos la movimientos de su amiga.

— Solo vi algo muy bueno — Ella no le va a decir nada, la conoce y sabe que le hara bromas con ese huésped, quiere creer que aquella fue un hecho aislado aunque no deja de ser interesante para una mujer que tiene una rutina monótona todos los días.

La supervisora llega y la mira fijamente:

 — Si llegas de nuevo tarde tendré que acusarte con recursos humanos, estoy cansada de tener que atrasar a la *Tropa* por ti — la mujer mira furiosa a Isabel, ella es la jefe María, una mujer algo amargada que siempre intenta sacar a Isabel del hotel pues ella le quitó ese puesto a una vieja amiga de la mujer.

— Lo siento, no volverá a suceder — Isabel tiene que soportar el trato de la mujer para no perder su puesto.

Ella decide tomar su receso afuera del hotel, ama respirar el aire fresco del jardín de aquel lugar, no pensar en lo que le espera al regresar a su realidad, sin embargo la realidad parece presentarse ante ella como la peor de las desgracias para recordarle que no puede se feliz.

— Necesito que me digas porque me pusiste esa demanda — es la voz de un histéricl Jhon que llega a reclamarle a Isabel porque se cansó de tener que rogarle para que le dé un peso por los gastos de Samuel.

— Desde hace meses no me das un peso, tu hijo come y se baña todos los días, yo no tengo la culpa que estés con otra mujer y mucho menos el — siente rabia porque le parece el colmo del cinismo que le reclamé por luchar por sus derechos.

— Mañana mismo vas a quitar esa demanda si no quieres que te demuestre de lo que soy capaz — el le da un empujón que la hace golpear contra la pared.

El mismo hombre del percance se acerca y le da un empujón a Jhon —¿Que le pasa idiota?!— le recrimina mientras se acerca a Isabel para cuidarla como su la conociera de toda la vida.

Jhon se siente intimidado y decide irse a ver que los guardas del hotel se acercan de inmediato para sacarlo de allí : — Esto no se queda así — la amenaza mientras se va.

Isabel quiere llorar pero prefiere fingir que es fuerte mientras el hombre toma con delicadeza su rostro: —¿ Está bien?— le pregunta asustado.

María llega de inmediato para regañar a Isabel :—¡ Estas despedida! — grita la mujer — Te lo había advertido este es el último escándalo de tu ex pareja en este hotel —.

— Señorita usted no puede despedir a nadie a partir de hoy sin mi consentimiento — el hombre frunce el ceño mientras mira a la mujer y se acerca para darle su tarjeta — Mi nombre es Franco Dante el nuevo CEO de la cadena de hoteles y evidentemente su jefe —.

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