Richard rápidamente le arrebata el bebé a Evolet, y lo lleva hacia la cuna, cuando al llegar a la habitación de la joven loba, la encuentra en la cama esperando por él, y claro que esta vez nadie interrumpirá su idilio con su esposa, así que Evolet se acerca y suelta su corbata mientras que Richard suelta el vestido de la joven.

-Esta vez nadie nos interrumpirá

- ¿Cómo puedes estar seguro?

-Solo lo sé – volviendo a reclamar los labios de su esposa

Las ropas cayeron y Richard se adentraba en el cuerpo de su esposa robando sus suspiros y devorando sus jadeos, Evolet extrañaba estar con Richard, en verdad extrañaba ese frío cuerpo que le promete el cielo y el infierno con solo su contacto, Richard no iba con prisas un vaivén constante que hacía ver el cielo a la loba…

Al culminar pues estuvieron toda la tarde renovando su amor, Richard tiene entre sus brazos a Evolet quien apenas se aferra con fuerza a Richard, pues no quiere dejarlo ir, esos pocos días de separación han sido una tortura