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Anthony estaba completamente despistado aquel día. Había conseguido cabrearme, de una manera gigantesca.

Hoy había soñado con ella. Y fue una mezcla de emociones.

Empezó con nosotros, niños, en el centro del salón de su casa. La mesa de póquer, los vasos con whisky, las cartas, estaban allí. Pero sólo éramos nosotros dos. Me miró con esos hermosos ojos marrones y sonrió magníficamente. De repente estábamos en su antigua habitación en el prostíbulo. Estábamos tumbados en la cama, con las piernas entrelazadas. Acariciaba su pelo y olía ese olor a fresa. Me desperté, miré a un lado y sentí que el vacío me llenaba el pecho.

Firmo los últimos contratos y cojo la llave del coche, antes de salir de la habitación.

— Sophia, dile a todo el mundo que he cerrado el contrato. Four Boys se

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