Capítulo 3

                                                 🔥 🔥 🔥                                                          

                                               🅽🅰🆁🆁🅰 🅻🆄🅽🅰

Un auto me sigue, lo veo a la salida de la universidad, de la tienda de comestibles. Y me asusta, mucho. Llevamos varios días en este juego, al inicio era de lejos y ahora, se acerca a cada vez más. Pero cuando pasa a mi lado y me golpea, sé que estoy en peligro.

Varias personas me rodean, estoy en el suelo y el dolor de cadera es monstruoso, una voz se abre paso entre las otras y lo reconozco.

—¿Luna?  Te vi de lejos cuando ese cabrón te golpeaba. ¿Puedes caminar?

—No creo que pueda pararme porque siento rara la cadera.

—Te levantaré en brazos y te llevaré al hospital.

—Gracias, Dmitry.

—Y llamaré a Antonio.

—No por favor—le pedí, no quería que supiesen. Bien que había logrado tenerles lejos

Ser golpeada por un carro no fue lo peor que podía pasarme sino ver a los hermanos, correr a buscarme como si realmente le importara.

—Luna… ¿pudiste ver al responsable?

—Fue un accidente, eso creo.

—Pienso que fue intencional—añadió el metiche de Dmitry. —porque yo que la vi de lejos e iba a saludarla noté que el auto se metió a la acera y aceleró para darle.

De pronto no estuve más ahí, parecían una horda de hombres salvajes, girando órdenes, pidiendo que buscasen los videos de vigilancia. Cuando el médico trajo mis placas suspiré con alivio.

—Gracias al cielo solo tiene una escoriación, la piel le dolerá unos días y la pierna la sentirá entumida. Le recetare antinflamatorios y le sugiero que guarde cama.

—Gracias doc.

Me levanté—y madre mía que dolor—caminé a ventanilla a preguntar por la cuenta del hospital. ¿De dónde sacaría para pagar por las medicinas?

—¿A dónde vas?

—A pagar y a mi casa. Tengo trabajos que hacer y debo trabajar para cubrir lo que me costará esto.

—La factura ya está cancelada.

—Antonio…

—Vamos, sé que no nos quieres cerca, pero te llevaré a tu casa.

Me ayudó a llegar a la sala, luego entró en la cocina y abrió las alacenas.

—¿Es que te matas de hambre?

—Trabajo de camarera, los gastos de esta casa son demasiados.

—Niña idiota, te enviaré comida.

—La devolveré, esta casa vale mucho. ¿Cubrirá la deuda de mi padre?

—No se acerca ni al diez por ciento.

La comida llegó y al final dejé abajo mi orgullo y comí. Unos días después, el auto me seguía de nuevo, así que armándome de valor llamo a Antonio.

—¿Antonio?

—¿Luna?

—Lamento llamarte, pero me sigue un auto. No es al azar, es el mismo que me golpeó.

—Te estoy poniendo en altavoz, Dante está conmigo. ¿Dónde estás?

—Cerca de la panadería a la vuelta de mi casa.

—¿Y tú escolta?

—¿Escolta? Papá no me tiene asignada ninguna.

—Escúchame, entra a la panadería y quédate dentro.

—¿Y arriesgar a otros clientes?

—¡Sí! —gritaron ambos hermanos—enviaremos a alguien.

Me quede quieta detrás de una vitrina, asustada de que entraran por mí. Sin embargo, cuando vi a Dmitry supe que estaba salvo.

—¿Luna?

Y sin pensarlo me arrojé a sus brazos. Me miró de arriba abajo y tocó mi mejilla.

—Tranquila, te llevaré con Antonio y Dante. Y créeme que eso de que andes sin escolta se acaba hoy. Tú papá tiene suficientes enemigos que querrán ponerte las manos encima.

—Gracias, la vi cerca.

Una luz cegadora, los vidrios explotando y mi mundo se puso negro.

Un molesto pitido me despierta, me duele todo, no sé dónde estoy. Al abrir los ojos noto que estoy en el suelo, Dmitry esta a mi lado y no se mueve. La gente grita y corre, hay caos, pero me importan él y el hombre que se acerca a nosotros sosteniendo un arma, y puedo decir que su intensión es matar a Dmitry.

No soy buena con un arma o no perfecta, pero en aquel momento, eso no importa. Mis dudas no pueden ser las que ganen, porque sé que tengo una única oportunidad. Dmitry tiene un arma o asumo que la tiene porque ¿qué mafioso no lleva una?

La encuentro y doy gracias a Dios, no solo por esas clases a las que me obligaron a ir durante mi adolescencia, sino porque esta, no tiene seguro. Mi puntería apesta, le doy en el hombro y este tipo cae, pero le miro enderezarse y sin pensarlo dos veces, me tiro sobre el ruso, recibiendo el disparo en su lugar.

Lo siento moverse, justo cuando este le dispara a Dmitry y me hiere, se escucha confundido y en dos segundos parece recordar dónde está, me siente estremecerme y quejarme.

—Luna…

—Tu arma está en mi mano derecha, no puedo moverme.

No es necesario que hagamos nada más, los hombres de Dmitry entran y le disparan, el sujeto muere en el lugar.

—¡Jefe! —grita uno de ellos—

—Con cuidado ayúdenme a mover a Luna, ella tomó una bala por mí.

Sabiéndome a salvo cerré los ojos. La siguiente vez que abrí los ojos, pensé que me encontraba dentro de una floristería, sin embargo, era la habitación del hospital y las flores, una parte eran de los Marchesse, pero la gran mayoría pertenecía a los Vólkov. Un anciano me mira y sonríe al darse cuenta de que he despertado.

—Pequeña, pensé que las mujeres valientes eran pocas y me consideré feliz de imaginar que mi hijo Vladimir había sido afortunado de conocer a una así y casarse con ella. Ahora apareces tú y tomas una bala por mi hijo, Dmitry. Él me dice que no son pareja, así que no me siento muy feliz por ello. Pero te ofrezco la protección de mi familia.

—Gracias. Su hijo llegó a ayudarme así que es culpa mía. ¿Cómo se encuentra?

—Adolorido pero vivo. Está fuera junto con Dante y Antonio. Quería ser el primero que te viera para agradecerte.

—Lo siento, no sé su nombre.

—Iván Vólkov, cariño y durante el resto de tu vida, tendrás mi protección. Y cuando necesites algo, déjamelo saber.

—Una especie de favor pendiente.

—Correcto.

Los hermanos entran a verme, no he aceptado estar con ellos y lo saben, se preocupan por mí y presiento que mi época de no tener escolta ha terminado.

Cuatro meses después

El despertador me indica que son las 9am. Mi rutina diaria empieza, limpiar la casa, comerme algo ligero, hacer los trabajos de la Universidad y luego irme a trabajar. A veces siento que papá no va a volver y espero que sea así pues he donado todas las cosas de mamá y de mi hermana a la caridad.

He de decir que al inicio estuve decidida, lo hice en uno de esos días donde la ira, el coraje por lo que no fue, por lo que no tuvimos, ese estuvo ahí y así con esas emociones a flor de piel, me deshice de todo. Pero unos días después caí en cuenta de lo que eso significaría para él, así que miro la puerta con miedo, de enfrentarlo cuando regrese.

Mantener esa rutina me ayuda a que la ansiedad no me ataque. Pero me sentía fregada, bien fregada. Pues mientras revisaba sus documentos, tratando de descubrir la causa por la que se había ido de casa, encontré pagarés por altísimas cantidades de dinero. Ese en sí no es el problema, sino la familia a la que le debía. Los Marchesse.

Una familia que me juré, no querer tener cerca. Vaya que no soy una malagradecida y que el orgasmo que me dio Antonio, mierda que me dejó alucinando. O que lo vivido con Dmitry no me hizo verlos y anhelar algo con ellos.

Sin embargo, el poder que ellos tienen, ese me asusta.  Porque estoy acostumbrada a asociar poder con violencia. Papá es el mejor ejemplo, sin embargo, a pesar de lo que es y de cómo me trata, no me da tanto miedo como los dueños de su deuda. Después de la muerte de mamá y de Juliana, papá se volvió aún más iracundo, me golpeaba y regresaba oliendo a licor. No sabía que las semanas posteriores a perderlas, empezó a apostar.

Antonio fue bueno conmigo, pero por gratitud no puedo aceptar ese trato. Bueno, quizás incluso el mismo ya no esté en oferta, no creo que perdone fácilmente un rechazo. El hombre es una delicia, su cuerpo fuerte, sus brazos musculosos. Sí, es veintitrés años mayor que yo y quizás eso le vuelve aún más tentador.

Si, escucharme hablando así es sorprendente—¿verdad que los he dejado en shock? — pero tras la muerte de Juliana siento que me he liberado. No he salido a buscar hombres, pero pensar en sexo, anhelar…ya no me parece malo.

Siempre vivía con miedo de que ella lo descubriera y se lo dijera a mi padre. Por eso pensar en ese hombre me mantiene caliente, con Antonio, probé el placer entre sus brazos y me volvió loca, eso que ni siquiera me penetró el maldito :) y aunque quería aceptar su oferta, en aquel momento Juliana estaba viva, temí que arruinara lo que parecía ser un futuro increíble y por eso me alejé, pensando que era lo último que escucharía de él.  

Sin embargo, el descubrir la deuda de mi padre, me hizo entender que estaba en sus manos. Y no era tonta para pensar en él o en su hermano como hombres comunes y corrientes. La fama que les precedía dejaba en claro lo que sucedía con aquellos que no les pagaban. ¿Vendrían por mí para matarme?

Soy quizás una de muchas mujeres que los encuentra atractivos, ¿cómo no hacerlo si son tan guapos como dioses? Rechazar el avance de Antonio se debió también a timidez, nunca he estado con un hombre, estar con dos sonaba a algo muy grande y aunque moría por decirle que sí, mi inseguridad llevaba las de ganar. ¿Si no podía manejar mi propia vida, como llevar entonces una relación con ambos hermanos? Y, además, la oferta de incluir a Sabrina, todo eso fue como demasiado para manejar.

Pero creo que lo que se viene, nada tiene que ver con amarlos, o tenerlos. El nivel de deudas de papá es tan grande que no creo que acostarse conmigo sea suficiente, seamos honestos, no soy una belleza, soy torpe e insegura, no valgo tres cuartos de millón de dólares. ¿Dejar la ciudad? No serviría, ellos tienen tentáculos en todas partes, encontrarme no sería nada difícil para ellos, estoy segura de que huir, eso me perjudicará más.

Solo me queda esperar a ver cuándo vendrán por mí, deberé entonces aceptar lo que me pidan. Se dice que los Marchesse tienen mujeres, que las usan y las botan, no quiero eso, pero en mi posición no hay absolutamente nada que pueda hacer.

Llevo días de sentirme observada, —¿por los Marchesse o los Vólkov? No lo tenía claro—sabía que las cosas que me llegaban a casa no las mandaba mi padre, que tampoco pagaba las facturas pues es con mi empleo de medio tiempo como mesera que cubro todo eso.

Papá me ha desheredado, según me dijo antes de irse meses atrás, así que es mi deber mantenerme y mantener la casa. Por eso soy mesera. Aquella noche tenía una cita en un sitio que ofrece sexo por teléfono. Bastante seguro y la paga es buena, pero el dueño quiere conocerme para saber, que identidad va a fabricarme.

La oficina es amplia, bien decorada y con clase. Se ve que su negocio es lo suficientemente lucrativo.

—Estás bien guapa y tienes una voz bastante sensual. Vamos a mi oficina que necesito probarte.

Imaginé que me haría repetir algunas líneas, sin embargo, cuando se me abalanza y empieza a tocarme, se que estoy en aprietos. Segundos después su peso desaparece y un muy cabreado Antonio Marchesse saca un arma.

—¿Pensabas violarla?

—Tengo que probarla, escucharla gemir. De lo contrario no sabré si los clientes estarán satisfechos.

Bien, sencillamente genial. Los ojos furiosos de Antonio están ahora sobre mí.

—¿Probarte…? ¿Clientes?

Antonio deja al tipo en el suelo y me arrastra fuera del lugar. Durante el camino a mi casa no dice nada y ese silencio lo hace aún más aterrador. Estaciona frente a casa y me da una bofetada, seca, dura y me llevo la mano a la mejilla.

—Me rechazaste a mí, actuando toda digna, pero venderte a clientes es más razonable.

—No iban a saber quien soy, es sexo telefónico.

—Es dejar que otros escuchen tu voz y se toquen. Luna de verdad que no pensé que fueras tan estúpida.

—Lo que haga con mi vida, es solo mi asunto.

Un par de semanas después, mientras estaba terminando algunos trabajos en mi habitación, la puerta de casa fue abierta de forma violenta. Me quedé quieta sin hacer ruido, pero el visitante llegó a mí. Un hombre alto, lleno de tatuajes me miraba con enfado. Lo reconocí y supuse que el día de que papá pagara había llegado. No se parecía al Antonio gentil, o relativamente gentil al menos, que me ofreció aquel trato. Ni como el hombre excitado al que le trabajé a su amiguito. Este Antonio se veía como el fiero asesino que no dudaría en hacer conmigo lo necesario para saldar la deuda.

—¿Quién es el hombre que te trae a casa y entra a quedarse aquí?

—¿El hombre?

De todo lo que pudo decirme, eso no fue lo que imaginé, pero… ¿De quién hablaba? Ah…quizás se refería a Manrique, el compañero de universidad que durmió aquí hace dos días. Pero se quedó en la sala, pues su casa tenía una plaga de termitas y necesitaba un lugar para pasar la noche. ¿Cómo lo supo Antonio?

—Pero Manrique solo necesitaba dónde pasar la noche y usó el sofá. De todas formas, no veo por qué debo justificarme cuando nosotros dos no somos más que conocidos.

Antonio me sujetó por los hombros y luego me abrazó. Sentí sus estremecimientos, la fuerza de sus emociones.

—Me perteneces…nos perteneces…

—No es cierto, ya rechacé ese contrato hace meses—¡Eso es, el orgullo ante que nada!

—Tu cuerpo me pertenece, responde ante mí. —¡Ególatra! —

 —Cualquier hombre con dedos puede excitar a una mujer—Santa mierda, ¡el cambio en su mirada! y cómo mi lengua no sabía detenerse, seguí con los ataques—deje de seguirme. ¿Es que de verdad no se le para, salvo que conmigo? O quizás ya está muy anciano para mujeres jóvenes.

—¿Anciano yo? Mira bonita, las mujeres como tú, simples y sin clase no tienen lo suficiente para atraer a un Marchesse.

—Y por eso está usted aquí, intimidándome para saber quién es el hombre que duerme en mi casa. ¿verdad?

—Vine a ver que no te estés yendo. La deuda de tu padre es inmensa. Tú no eres nada, eres débil y poca cosa.

Sus palabras me dolieron, no solo porque recalcaban algo que para mí era un hecho, sino porque pensé que al menos, sería un poco amable. ¿Podía soñar, no es cierto? Antonio me puso contra la pared, empezó a tocarme y traté de alejarme, pero mi traicionero cuerpo me hizo gemir, su tacto era increíble y de verdad lo anhelaba. Me acostó en la cama y me desnudo, lo dejé hacerlo porque me quedaba por su toque.

—Mírate, toda húmeda para mí.

—Por favor…

—¿Por favor qué? Quieres que mis dedos te hagan venir….

—No, necesito tu boca…

Y vaya boca tenia, su lengua entraba y salía de mí, sus dedos me tocaban y una vez que el orgasmo llegó a mí, empezó a lamerme.

—Tu sabor es único, pequeña puta.

Antonio dejó unos billetes sobre la cama y se fue. Regresó tres noches más y mi cuerpo, ese lo ansiaba tanto que lo esperaba desnuda. Y de repente me volví la puta que el quería, no toque la plata, lo dejé creer que la aceptaba, pero la guarde en una caja.

Una semana después…

—Empaca tus cosas.

—¿Empacar?

—Nos vamos a casa, a dónde perteneces.

—No. No quiero nada romántico.

—Pequeña tonta, ¿Quién habló de algo romántico? Te pagaré por sexo, bien que lo has estado aceptando.

Me puse de pie y caminé a mi mesa de noche. Le entregue la caja.

—No lo hacía por el dinero, me he sentido terriblemente humillada, pero anhelo tanto tu toque que prefiero que me llamas puta. No soy una cualquiera, pero si una idiota.

—Serás mía.

—No, déjame por favor. Ya me has herido lo suficiente.

—¿Dejarte ir niña idiota? Nunca me voy a alejar, te seguiré día y noche, te atormentaré y lograré meterte a mi cama. Si te niegas te mataré, serás nuestra o de nadie.

Antonio me sujetó la mandíbula. Empezó a apretar y cuando creí que me la arrancaría, el otro hermano entró a la habitación. Estaba molesto y respiraba de forma agitada.

—Déjala ir, Antonio.

—Esta mujer te tiene enredado Dante. Nunca dudas en cobrar lo que se debe y a esta le pagas hasta la comida. ¿Te dijo que está embarazada? Me rechazó a mi hace meses, pero quizás desde el inicio su táctica era la de ir por ti. Gime cuando la toco, su cuerpo responde a mis caricias.

—Suéltala Antonio o no dudaré en irme en contra de ti. Luna no sabía de mí y ahora debido a lo que has hecho, sabe que soy quien está cubriendo sus gastos.

Antonio apretaba aún más y cuando perdí el conocimiento me dejó en el suelo. Abrí los ojos mientras Dante me miraba, sentado junto a mí. Vi sus manos, sus nudillos estaban rojos y llenos de sangre.

—Lo lamento tanto, Luna.

Lo vi acercar un paño caliente y colocarlo en mi rostro. Gemí ante el toque de la tela contra mi piel y eso pareció enojarlo.

—Lo que él dijo…

—No debió decirte eso, tampoco entrar en tu casa y atacarte. Yo me ocuparé de él.

—No... no quiero que venga de nuevo, solo quiero que me dejen en paz. Sé que mi padre les debe y trabajaré lo que haga falta para pagar, pero si usted de verdad quiere compensarme por lo que pasó hoy, manténgale lejos. Su hermano de verdad me asusta porque no dudará en matarme si así lo decide.

—No va a hacerte daño. No de nuevo.

—Solo quiero que me dejen en paz. Agradezco los pagos que ha hecho, esos también se los devolveré. Nunca pedí ser el blanco de un mafioso y encima su hermano me quiere muerta.

—¿Mi hermano te ha dicho que te va a asesinar? —¿por qué sonaba tan molesto? no era como si yo le importara—

—Dijo que si no estoy con ustedes acabaré muerta. Y debería hacerlo, debería suicidarme. Mi padre ha huido, dejándome sola para enfrentarlos a ustedes y no tengo lo necesario para pagarles. Ni siquiera si trabajo en un burdel haré lo suficiente…

—¿Burdel?

—Váyanse de mi casa, solo necesito estar a solas.

—Dejaré a uno de mis hombres fuera.

—Por favor, solo márchese.

—Me seguirás viendo, Luna.

—¿Por qué?

—Porque eres mía.

—¡Serán ustedes el colmo! Su hermano me ha acusado de cosas terribles y no es justo. Usted insiste en protegerme, le pido de verdad que por favor se marche y que me dejen tranquila.

—Vamos a ir a comer, estás muy pálida y delgada.

—Definitivamente sigo inconsciente y soñando.

—Así que estoy en tus sueños.

—Pesadillas quizás, y no lo decía de esa forma. Y en cuanto a la invitación, no quiero. Gracias.

Dante me miraba como si estuviera loca, semejante hombre no conocía—estaba segura—un rechazo femenino. Era idéntico a su hermano y era gracioso, que, de verdad, las mujeres les dieran siempre lo que pedían. Lo escuché aspirar con fuerza, sus brazos estaban rígidos, su pecho subía y bajaba. Encogerme fue instintivo. Mi miedo, el pánico que obviamente salía de mí causó que se detuviera.

—Vamos a ir a comer, Luna.

Dijo hablándome de forma calma y dulce, como si eso cambiara las cosas.

—¡Pero que necedad! No quiero que su hermano me moleste, que me…me mate.

—No va a ponerte la mano encima, solo yo tendré ese derecho.

—No tendrá derecho a nada, de verdad lárguese de mi casa.

—Si vamos a tecnicismos, esta es mi casa. Tú papá me la dio como parte del pago.

—Genial, simplemente genial, me quedé sin casa.

Me alejé del mafioso y saqué una bolsa de lona en la que guardé algo de ropa.

—¿Qué mierdas estás haciendo?

—¿No es evidente? irme.

—No toques más esa ropa.

—¿No es mía, tampoco?

—Mira Luna, no te vas a ir de aquí. Por esta vez me iré sin ponerte más problemas, solo porque tuviste un momento difícil con mi hermano. Pero me mantendré cerca y uno de mis hombres cuidará tu puerta. Si sales irá contigo.

—¿Tengo acaso alguna opción?

—No. Ninguna realmente, Luna. Porque desde que te vi hace unos meses supe que, nuestros destinos se han cruzado.

—Creería eso si yo me sintiera igual, pero todo lo que siento es que soy forzada a entrar en una relación.

—Llegará el momento en que disfrutarás de mi compañía.

—No lo creo.

Después de que Dante se fue, observé que me había dejado pastillas para el dolor. Dulce de su parte, pero no seguiría esa línea de pensamiento. Los hermanos Marchesse eran peligrosos, había que mantenerse lejos de ellos. Porque nada bueno podía salir de aquello.

Miré el papel que sostenía entre mis manos. Un sujeto al que conocí debido a una compañera de la universidad esperaba mi llamada. Dinero fácil, 250 mil dólares de una vez a cambio de dejarlo obtener mis óvulos. Aparentemente cada par costaba casi 125 mil y si a lo largo de un año hacía varias intervenciones, saldaría mi deuda con los Marchesse.

Había riesgos, como en toda cirugía, pero si no despertaba, tampoco era como si alguien fuese a llorar por mí.

—Dr.

—Luna Román, un gusto tener tu llamada, ¿estás lista?

—Lo estoy, salgo para allá.

 Llegué a la clínica, bastante nerviosa, pero necesitaba el dinero. Pagaría la deuda de mi padre y me iría del país. Si lo que me había dicho Iván Vólkov era cierto, le pediría que me ayudara a salir del país.

Porque estaba segura de que un hombre con su poder podía ayudarme a desaparecer. No tenía nada de nada, para mi padre era como si no existiera así que nada me ataba a este país.

Después de que rellenara los documentos legales el médico procedió a explicarme las cosas. Sabía que aquella era mi única opción, pero algo dentro de mí, una pequeña voz que retumbaba en mi cabeza me urgía a irme.

—Te haré una sedación profunda, esta no requiere intubación y por tanto es más sencilla. El proceso no durará más de 10 minutos y sacaremos los que podamos. Tus óvulos se encuentran flotando dentro de los folículos ováricos. Aspiraremos ese líquido y luego lo aislaremos para sacar los óvulos.

—¿Y de verdad este procedimiento es de rutina?

—Es correcto, en nada de tiempo estarás en tu casa.

—El dinero…

—Una vez que el procedimiento esté hecho, te haremos el depósito de los 250 mil. Tienes lo que nuestros clientes buscan, Luna. Podemos trabajar durante mucho tiempo.

—Me interesa cancelar una deuda que tiene mi padre. Solamente eso.

—Pues vaya deuda, si estás haciendo esto. Tranquila que todo se acabará antes de que te des cuenta. ¿Dejaste los números de familiares o amigos a los que debamos llamar cuándo esto acabe?

—No tengo a nadie, así que cuando el procedimiento termine y descanse lo necesario, iré a casa por mi cuenta.

Después de anestesiarla, el médico salió a hablar con la enfermera.

—Candidata ideal para desaparecer, recibiremos una buena tajada con ella. Preparen la camioneta para desechar el cuerpo.

—Si doctor.

                         🔥 🔥 🔥

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Un abrazo grande y nos vemos en el siguiente capítulo❗

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