Dicen que los viejos hábitos siempre regresan

Por eso estaba frente a la puerta de la casa de Samantha, la única mujer que sabia lidiar con sus demonios, que no se escandalizaba, que no lo rechazaría.

Tan pronto entro no hizo faltas las palabras, ella lo conocía, sabia por el infierno que estaba pasando así que simplemente le tomo de la mano y subió con el a su habitación.

Para que intentar cambiar, esa era una carrera que jamás ganaría, era como su padre, un ser sin alma.

Samantha comenzó a besarlo y el simplemente le dejo hacerlo. Estaba haciendo lo que siempre hacia, desviar la atención de su problema, sustituyéndolo con sexo.

Drenar toda la tensión, desligarse de sus emociones con un momento de placer, para algunos eran otras adicciones, para el esta era a forma que encontró para evadir la ansiedad, el dolor y la ira.

Lo trato de hacer con la persona menos indicada, con aquella que juro no lastimar nunca y si la había lastimado y ahora debía cargar también con esa culpa.

Así que ac