Una vez que el rufián que tenía sus ojos fijos en Tanya terminó su discurso, extendió su mano nuevamente, tratando de acariciar la mejilla de ella.

"¡Vete a la m*erda!". Tanya golpeó su mano para alejarlo, con una mirada llena de disgusto plasmada en su rostro.

Esa era la voz penetrante que Fane escuchó hace un momento. Entró al restaurante con el rostro helado.

“¡Je! Eres una chica de mal genio, ¿no? ¡Cómo te atreves a pegarme! ¿Sabes cuánto necesitas compensar por golpearme en la mano? Iba a preguntarte amablemente si estarías de acuerdo en pasar el rato con nosotros, pero ya que me golpeaste, no tienes más opción que venir con nosotros hoy. Oh bien. ¡Por supuesto, puedes elegir entre pasar el rato con nosotros o pagarme un millón de dólares por los gastos médicos!”.

El hombre se burló. Como Tanya le había golpeado la mano, decidió amenazarla.

“Un millón de dólares es como un maní para mí, ¡no significa nada! Pero para un idiota como tú, ¡sigue soñando!”.

Tanya se levantó