En cualquier caso, al Anciano Once no le pasaría nada y Fane era el único que sufriría.

Fane fulminó al anciano con la mirada, aunque no tan intensamente, pero su respuesta fue grosera: "Realmente eres asombroso para calcular estos asuntos, Anciano Godfrey. En comparación contigo, mis planes no parecen nada importantes".

El Anciano Godfrey entendió el sarcasmo oculto de Fane. Dejó la taza de té que tenía en la mano y miró a Fane. “No tienes por qué enojarte tanto. Estamos predestinados, y tengo que agradecerte por rescatarme en el Monte de las Bestias. Estoy en deuda contigo por tu amabilidad y, naturalmente, no te ignoraré cuando estés en problemas. De hecho, fue imprudente de mi parte anunciar esto repentinamente, pero no te iba a abandonar aunque no hubieras podido derrotar a ninguno de esos tres discípulos”.

Las palabras del anciano podían sonar agradables, pero Fane no era un niño de tres años. Se rio y habló en voz baja: "Tienes que entender que me iba a enfrentar al peligro d