Esas palabras hicieron que las comisuras de la boca de Josh se movieran un poco.

No era un idiota. Él sabía que no iban a entregar a esa gente tan fácilmente. Sin embargo, como miembro de la Guardia de la Alianza, tenía que decir este tipo de palabras también. De lo contrario, no podría dar una buena explicación una vez que regresara. Por eso quería mostrar su poder.

Después de pensarlo, dijo: "Muy bien, Tomas. ¿Estás seguro de que no los vas a entregar? ¿Seguro que no tienes miedo que haya una gran guerra entre los dos bandos? En ese caso serías el pecador número uno".

Tomas simplemente sonrió como siempre. "Jaja. Nos encargaremos de las cosas cuando hayan pasado. De todos modos, no te los entregaré ahora. Si tienes las agallas, puedes venir a arrebatármelos. A ver si los matas delante de mis narices".

Después de decir eso, Tomas pensó un momento antes de decirle al otro hombre: "Amo Wallman, sugiero que dejemos este asunto así por hoy. Habían llegado unos seiscientos mil, pero ah