“Muy bien, ¡ya puedes entrar!”. Cambiada a su nuevo vestido, Helena se tomó un momento para recuperarse antes de llamar a Fane.

Fane entró en la cueva con un conejo muerto en las manos antes de tirarlo a un lado.

"¿Por qué trajiste un conejo?", preguntó Helena de inmediato cuando vio el cuerpo de la pequeña bestia monstruosa en el suelo.

Fane sonrió. "Ya que tenemos tiempo, ¡vamos a asarlo como comida más tarde!".

Después de eso, él salió de la cueva en busca de madera seca. Luego la encendió y comenzó a asar el conejo después de quitarle la piel.

Sentada junto a Fane, Helena se tomó su tiempo antes de preguntar suavemente: "¿Hace un momento viste algo?".

“¡Ejem, ejem! No vi nada. ¿No te cubriste con tu ropa?”, murmuró Fane mientras tosía, avergonzado. "Aunque estás herida, esa bestia monstruosa no era de un alto nivel, y deberías haber sido capaz de encargarte de ella".

Helena puso los ojos en blanco y dijo: “El tigre se escondió en el punto oscuro de allí, y no me di cuenta