"Está bien, reservaré el hotel ahora". Selena asintió, aún sin saber cómo reaccionar al ver todos los costosos regalos que les trajeron. Su madre debía estar feliz ya que fue ella quien los recibió.

“Señora, no hay necesidad de molestarse. ¿Por qué reservar un hotel cuando todos podemos ir a mi hotel? Tenemos un hotel de siete estrellas. Déjeme llamar a mis subordinados para que hagan los arreglos. ¡Yo invito!”, dijo un anciano, sonriendo mientras sacaba su celular.

“¿Cómo podemos dejarles hacer eso? Ustedes son nuestros invitados. ¡Nosotros somos los que debemos de invitarlos!”, contestó la avergonzada Selena.

“V… Vayamos a mi hotel. ¡Yo invito! ¡Vamos!”, habló otro hombre. Todos entendieron que invitar al Guerrero Supremo y a los demás Dioses de la Guerra a comer en sus hoteles era algo digno de presumir. Era natural que todos se pelearan por una oportunidad tan buena.

"Dejen de pelearse", aseguró Fane con una pequeña sonrisa. "¡Vayamos todos al hotel del Viejo Amo Lager!".

El