Ana María

Narra Ana:

Tuve que dormir en el camino a Cartagena, Colombia. No supe mas de Benjamín ni de mi hija, por mas que pedí hablar por teléfono nadie me ayudo.

El oficial solo me sonreía y fingía que no entendía lo que yo le decía. Necesito hablar con alguien que me de razón de ese idiota que debería haberme pagado el abogado.

Llego a Colombia llena de cadenas, me tienen esposada como si fuera un peligro, cuando no es así. He llorado lo que no hice en toda mi vida, ni siquiera un buen abogado tengo y no sé que pasará cuando llegue a Cartagena. Lo único que sé, es que tengo que hablar con Luis, él tiene que ayudarme con lo de un abogado y mi hija. Cuando se entere que no me dejaron saber de ella se molestará demasiado y es capaz de viajar para ayudar con la búsqueda de mi hija. Sobre todo, porque en el caso de ir a la cárcel él tendrá la custodia de ella, porque sigue siendo mi marido.

Entro a la penitenciaría y guardo silencio, mientras escucho lo que dicen de mí. No puedo creer que hablan
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