Bells se quedó muda durante un instante. Aquella palabra había llegado a su mente sin que se lo propusiera, solo en el intento consciente de alejarse de aquel hombre, precisamente porque el resto de ella no lo hacía.—¿Crees que esto es un juego? —siseó molesta y Stefano negó.—No, claro que no lo es —murmuró acercándose a ella y por primera vez su voz era suave feliz y no ronca y demandante—. Pero no puedes evitar que me alegre. —Stefano acarició su rostro y Bells vio aquel brillo especial en sus ojos—. Te amamos, Bells, que recuerdes lo que sea, incluso un simple sobrenombre es... es hermoso, nena.Bells ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, la boca del italiano impactó contra la suya con un beso profundo y ansioso que le hizo temblar las rodillas. Sus labios no eran duros y fríos como había creído, eran suaves y posesivos, calientes hasta el infinito y su lengua era una condenada tentación que hacía estragos dentro de su boca.Sus manos se cerraron sobre los cabellos de Stefano y
Y aquel "no" significaba que venía con el italiano.Kiryan encontró su boca en un beso tierno y un segundo después los dos la rodearon.La dominó de una forma suave pero intensa, y ella pudo sentir cómo la energía que emanaba del misterioso ruso se mezclaba con la suya. Comenzó a sentir la tensión entre sus cuerpos, era como una ola embriagadora que se apoderaba de ella por completo. El cuerpo desnudo de Kiryan se pegó al suyo, mientras Stefano se encargaba de provocar el fuego en su espalda. Volcó la cabeza hacia atrás y pudo sentir como los dos hombres envolvían su cuerpo con caricias y besos ardientes.Era extraño, y al mismo tiempo delicioso. La estremecían desde adentro, colmando sus sentidos con un placer intenso. No podía pedir nada más, estaba rodeada de los dos hombres más maravillosos del mundo y sentía el calor que despedían sus cuerpos. Stefano estaba a su espalda, y sus dedos exploraban cada punto de su piel como si estuviera descubriendo un nuevo mundo.Kiryan abrió su
Stefano y Kiryan achicaron los ojos y se inclinaron hacia adelante para leer aquello."No los tomes de vuelta a menos que se besen"—No no no no no no no —advirtió Kiryan levantando un índice de advertencia—. Tú no puedes habernos escrito eso.Bells se encogió de hombros y sonrió.—Es lo que dice aquí —murmuró ella—. También dice: "Dejé esta carta en manos de Stefano porque él es el que hace lo que se tiene que hacer" —mintió aguantándose la risa porque su yo del pasado tenía razón: ni siquiera había empezado y ya se estaba riendo por verlos discutir como niños.—Pues en eso tiene razón —replicó Stefano—, la cosa es si le vas a hacer caso a tu carta o si vas a salir corriendo en vez de cumplir como una mujercita.Bells apretó los labios aguantándose la risa porque de verdad el italiano era un dominante empedernido. En su otra vida debía haber sido emperador o algo así.—Estoy dispuesta a cumplir como una mujercita —respondió porque ya llevaba bastante claro que no podía escapar de aqu
Bells se quedó muda, como si acabara de golpearla en lugar de darle un beso. Le tomó unos segundos reaccionar y luego corrió detrás del ruso, deteniéndolo antes de que llegara al ascensor.—¡Lo siento! —exclamó con las lágrimas al borde de los ojos—. ¡Te dije que de verdad lo siento! ¡No fue mi intención que esto pasara con Stefano! ¡Jamás quise lastimarlo!—Lo sé —respondió Kiryan metiéndose las manos en los bolsillos—. Y no estoy haciendo esto por lo que pasó con Stefano, lo estoy haciendo porque te escucho, de verdad lo hago, Bells. —El ruso miró al techo y respiró profundamente antes de seguir—. De los dos, Stefano siempre ha sido el que obtiene lo que quiere, el que hace lo que le da la gana, y yo siempre he sido el que te escucha, por eso estoy haciendo esto. Estás sana ahora, tienes la oportunidad de hacer una vida hermosa, aprovéchala.Pero cuando volvió a tocar el botón del ascensor ella lo detuvo.—Kiryan, espera... —Su pecho subía y bajaba con desesperación—. Esto no signif
Seis días.Seis días más tardaron en darle el alta a Stefano, y en todo ese tiempo la familia había tenido el tacto de no preguntarles por Bells. Sin embargo Stefano sabía que no importaba, le bastaba con mirar de reojo a Kiryan para saber que estaba muriéndose por dentro aunque no lo dijera.Los dos la amaban, eso no iba a cambiar nunca, pero mientras Kiryan se inclinaba por la comprensión, él se inclinaba por la compresión, y estaba seguro de que Bells iba a terminar entre ellos tarde o temprano. Solo estaba esperando reponerse y levantarse de aquella cama, porque definitivamente para corretear a Bells tenía que estar en forma.Debían ser las seis de la mañana cuando por fin el médico de la primera ronda de guardia accedió a darle el alta. Los puntos de la operación se disolverían en un par de días y todo estaba bien. Stefano por supuesto rezongó porque lo sacaban en silla de ruedas y poco después Carlo y Aitana los llevaban a su departamento.—¿No van a entrar? —preguntó Kiryan, in
Stefano estaba a punto de creer que aquello era un sueño. Bells completamente desnuda entre Kiryan y él definitivamente tenía que ser un sueño o algo, pero cuando la sintió gatear sobre su cuerpo, sin apoyarse en él para no hacerle daño, sintió que estaba a punto de gritar de alegría como un niño.Sintió aquella lengua traviesa sobre su pecho y luego sus labios se unieron en un beso suave que fue subiendo de tono a medida que el ruso la acariciaba.—No tienes permiso para moverte —le advirtió Bells.—¿Órdenes de la doctora? —sonrió Stefano mordiendo su labio inferior provocativamente.—Exacto, órdenes de tu doctora —respondió Kiryan—. Cree que necesitas activar tu sistema límbico y liberar dopamina.—¿Perdón?—Follar, necesitas follar —dijo Bells y Stefano estalló en la carcajada más sonora que podía, pero era delicioso verla allí con ellos—. Así que solo abre los ojitos —susurró ella sobre la piel de su cuello—. Y disfruta del espectáculo.Stefano suspiró mientras su piel comenzaba a
Stefano estaba desesperado. Bells no daba señales de despertar de aquel dolor de cabeza, él iba detrás con ella, abrazándola mientras Kiryan conducía a toda velocidad hacia el laboratorio.—¿Por qué no despierta, Kodiak? Debería despertar, ¿no es así? —preguntó asustado y Kiryan no dijo nada, pero sí, un desmayo tan largo no era normal.Tomó su teléfono y en pocos segundos comenzó a dar órdenes. Apenas llegaron al laboratorio la llevaron directamente a una de las áreas especializadas de la clínica y la metieron a hacerle una tomografía.Los minutos parecían eternos mientras aquella máquina trabajaba y salían los resultados de los exámenes. Stefano, con el corazón en un puño, miraba impotente como algunos doctores entraban y salían, hasta que Kiryan se asomó y lo dejó pasar también a él.—La tomografía no refleja daños en su cerebro —les dijo un especialista—, y tampoco encontramos ningún signo de contusión en la superficie del tejido cerebral.Stefano respiró profundamente, un poco al
—Solo hay una cosa que quiero saber —murmuró Kiryan acercándose a ella y besándola mientras Stefano la abrazaba por la espalda.—¿Qué cosa? —sonrió Bells.—¿Qué diablos ibas a hacer si resultaba que de verdad íbamos a una gala importante? —le preguntó y el italiano dio un respingo.—¡Ups! ¡Castigada! —exclamó Stefano con emoción.—Tú lo que estás buscando cualquier pretexto para nalguearme —se rio Bells.—¿Soy tan obvio?—¡Transparente! —dijeron al unísono Bells y Kiryan.—¡Pues ya está! ¡Concedido! ¡Ropas fuera que tenemos una luna de miel que empezar!Los tres se rieron, pero las risas muy pronto fueron sustituidas por un gemido de Bells, porque aunque llevaba poca ropa, lo cierto era que ellos querían que no llevara nada de nada.Stefano la hizo volver la cabeza con un gesto firme para darle un beso profundo y demandante mientras Kiryan le abría aquella lencería hasta desaparecerla.Bells sabía que ese beso y aquellos dedos recorriendo su piel la llevarían a un paraíso de placer.K