—¿A mí qué me importa si tiene novio o no? —Ezequiel levantó la mirada hacia él.

—No es eso... —Pablo echó un vistazo a Diego—. Estoy preocupado por Diego.

—No hace falta. —Diego se levantó para irse—. Ustedes sigan, anoten mi cuenta.

Al llegar a la cena y ver a Ezequiel, ya le había perdido el apetito, y más aún con la noticia que traía. Ezequiel estaba allí para incomodarlo a propósito.

Al ver la expresión molesta de Diego, Ezequiel, que antes se sentía incómodo, ahora se sentía bastante mejor.

—¿Estás satisfecho? —Joaquín le lanzó una mirada.

—Esto apenas comienza. Lo mejor sería que él fuera a molestar a Irene, así ella se cansaría de él de una vez por todas. Ya ves, no tengo que hacer nada y me deshago de un rival. —Ezequiel levantó una ceja.

—Tu verdadero rival no debería ser el novio de Ire, ¿no? ¿Por qué te comparas con Diego? —Joaquín comentó.

—Él no trataba bien a Ire, y yo estoy defendiendo su honor, ¿no puedo?

—Está bien, está bien, tú siempre tienes razón. Entonces, ¿cuál