Presiono mi frente contra la suya y sonrío. “Qué puedo decir, estoy lleno de sorpresas”, le respondo, usando sus propias palabras con ella y ella sonríe, sacudiendo la cabeza. Para mi desgracia, la canción llega a su fin y la multitud se dispersa. Shayla se aparta, pasándose los dedos por el cabello y me mira.“Entonces, tenemos una última cosa que hacer y luego podemos irnos”, ella dice mientras la sigo y se abre paso entre la multitud. Caminamos hacia el otro carrito, y suelto un quejido. Sinceramente estoy tan lleno que no puedo comer más.“¿Más comida?”, le pregunto, y ella me sonríe mientras hacemos la fila.“Este es el postre, y no te arrepentirás después de comerlo, te lo prometo”. Asiento con la cabeza, y ella se acerca y le habla a la chica en el carrito. Le dan una taza de algo que no sabría decir qué era, bañado con una especie de sirope. “Vamos”. La sigo y nos acercamos a la orilla que da al río. Ella se sienta y me arrastra junto a ella, con esa sonrisa emocionada que i
“¡¿Cooooole?!”.“¿Siiiií?”.Me muerdo el labio y me maldigo por haber dejado la toalla en la cama. Me quedo de pie en el baño durante más de diez minutos, preguntándome qué diablos voy a hacer. No puedo salir desnuda sin que Cole me vea, y me estoy congelando.“Eh, dejé la toalla en la cama. ¿Puedes traérmela, por favor?”, le digo y escucho sus pasos mientras pasa por el baño.“¿No hay ninguna en el cajón?”, lo escucho preguntar.“No te preguntaría si hubiera una ¿no?”, replico mientras tiemblo. Lo escucho reírse al otro lado de la puerta.“Tienes razón, entonces abre la puerta”. Me acerco de puntillas a la puerta y le quito el cierre, antes de abrirla lo suficiente para tomar la toalla. Lo miro cuando no suelta la toalla, él me sonríe coquetamente mientras lo miro fijamente.“Cole, suelta la toalla”, le digo tirando de ella, y él vuelve a alejarla juguetonamente.“No hasta que reciba mi recompensa por traer tu toalla”, él dice con serenidad, encogiéndose de hombros, y yo alzo
“Que provocadora”, él murmura, cerrando la puerta y siguiéndome hasta el elevador. Me apoyo en la pared mientras esperamos a que llegue. Cole está de pie junto a mí, y puedo sentir su mirada mientras miro los números que indican en qué planta está el elevador. Realmente odio esta estúpida atracción magnética que siento por este hombre. Le digo a mi cerebro una cosa y hace todo lo contrario. Me digo a mí misma que no lo mire, porque sé que si lo hago, y nuestros ojos se encuentran, él sabrá que me está afectando. Maldito sea mi cerebro, porque lo miro y él sonríe lamiéndose los labios. Él es tan hermoso. Me dan ganas de llorar. Nuestros ojos se quedan mirando el uno al otro hasta que suena el elevador, y yo desvío la mirada y me enderezo esperando que se abran las puertas para poder entrar.Me coloco al fondo del elevador. Cole entra detrás de mí y presiona el botón del estacionamiento subterráneo. Él se apoya en la pared a mi lado, con las manos en los bolsillos, su brazo roza el mío
Después de treinta minutos de viaje, llegamos a la casa de sus padres. Él me abre la puerta y, cuando me dispongo a salir, me detiene, se pone entre mis piernas y me besa de nuevo; sus manos en mis muslos subiendo a mis caderas las cuales me aprieta y me jala más cerca, frotando su erección sobre mi. Gemimos al unísono en la boca del otro, moviéndonos lentamente el uno contra el otro, la fricción haciendo nada más que alimentar nuestro deseo mutuo. Cole se aparta y yo gimo con descontento. Cole presiona su frente contra la mía y se lame los labios. “Más tarde, cariño, más tarde. Voy a satisfacer todas tus necesidades, una por una”, él susurra, pasándome los dedos por el cabello. Nos miramos con deseo durante un rato hasta que escuchamos la voz de su madre.“Ahí están”, resopla Elaine, acercándose a nosotros. “Tenemos poco más de una hora para prepararte, jovencita”, ella me regaña mientras Cole me ayuda a salir del coche. Elaine me coge del brazo y empieza agarrarme hacia la casa mien
Maldita sea. Estaba a punto de perder la cabeza. Cuando entré en esa habitación y vi a Shayla vestida con ese sensual vestido plateado, sentí que mi alma estaba en llamas. Me preocupaba que fueran a exagerar todo y la convirtieran en una de esas chicas que se maquillan como si su vida dependiera de ello, pero no fue así. Ella tenía poco maquillaje, y estaba agradecido porque, maldita sea, es naturalmente tan guapa que opacaría a todas las mujeres de la sala incluso sin maquillaje. Y el vestido, uno sencillo pero elegante de color plateado con la espalda descubierta, de seda, que abrazaba perfectamente sus curvas naturales. Durante toda mi vida había ido tras las chicas de piernas largas, pelo rubio y complexión delgada. Ese era mi tipo hasta que la conocí a ella.Tengo un caso severo de visión de túnel. No puedo ver nada más que a Shayla. Estoy obsesionado. No sé cómo voy a pasar esta fiesta sin arrastrarla a una de las habitaciones, quitarle ese vestido de seda y hacerla mía.La quí
“¿Puedo?”, le pregunto, y ella duda un momento, pero asiente. Sonrío y le acaricio la mandíbula con los dedos antes de envolverlos en su cuello y atraerla para darle un beso lento y sensual mientras seguíamos bailando. Shayla levanta la mano y me acaricia la mandíbula mientras me devuelve el beso, y juro por todo lo sagrado que su contacto me produce descargas eléctricas. Es la primera vez que ella me toca por su cuenta desde Las Vegas, sin que yo la presione, y la sensación es increíble.Nos apartamos del beso cuando todos los que nos rodean aplauden. Presiono mi frente contra la suya mientras seguimos bailando juntos hasta que la canción llega a su fin. “Tristan, tu abuelo quiere verlos a ambos”, me dice mi padre mientras pasa junto a nosotros. Asiento con la cabeza y miro a Shayla, quien se aparta, desviando la mirada.“Probablemente él quiera conocerte, vamos”. La tomo de la mano y la guío a través de la multitud de gente por el jardín donde mi abuelo está sentado bajo un patio.
Ya estoy harto de esta fiesta. Estoy agotado. Al llegar donde está Shayla, le tomo la mano y ella me mira desconcertada. “¿Estás bien?”, ella me pregunta, siguiéndome por detrás.Asiento con la cabeza, tocándome los labios: “Sí, solo estoy ansioso por salir de aquí”. Le sonrío, y ella se muerde el labio y baja la mirada, con un bonito rubor en sus mejillas. Dios, la voy a devorar.“Tristan, ¿a dónde crees que vas?”, pregunta mi madre en una ráfaga, alcanzándonos mientras atravesamos el vestíbulo de la casa.“Eh, nos vamos a casa. Gracias por la fiesta madre, ha sido excepcional y te lo agradecemos”, le digo, posando un beso en su mejilla y ella me mira con el ceño fruncido.“No pueden irse. Es muy tarde, además has estado bebiendo así que no deberías conducir. Pasa la noche aquí. Les he ordenado a las sirvientas a que prepararan tu vieja habitación para los dos”. Frunzo el ceño y miro a Shayla, quien se queda mirando a mi madre, con los ojos sin parpadear.“Mamá, me he tomado un p
La acuesto en la cama y ella se apoya con los codos, mirándome a través de sus pestañas; ella levanta el pie, todavía con los tacones, y lo presiona contra mi pecho cuando estaba a punto de ponerme encima ella. Ella se sienta y se acerca a mí. Nuestras miradas se cruzan, estira el brazo, me desabrocha el cinturón y me lo quita, tirándolo a un lado, antes de pasar su dedo por la longitud de mi pene con una lentitud tentadora. Siseo y cierro los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás cuando me duele el pene bajo su toque. Un movimiento tan sencillo, pero que me hace sentir una oleada de placer. “Shayla”, gimo, mordiéndome el labio mientras ella sigue tocándome tentadoramente. La observo atentamente mientras me desabrocha los pantalones y me baja la cremallera antes de inclinarse y lamerme el estómago, con su lengua recorriendo el contorno de mis abdominales. "Oh, cariño". Me paso los dedos por su sedoso cabello, y ella me baja los pantalones por las piernas, con sus uñas recorriendo la p