Felipe se sorprendió. Él miró a la persona pálida y desanimada frente a él y le preguntó: "¿Jeremy te soltó?".

Madeline asintió, sin expresión en su rostro. “Sí, lo hizo. Incluso prometió no exponerte, pero como condición, debes dejarlo regresar a Glendale".

Felipe la escuchó, luego preguntó con una suave sonrisa: "Eveline, ¿esa es tu condición o la suya?".

"No importa de quién sea la condición. Ya no puedes seguir pidiéndole a la gente que lo persiga". Madeline fue firme y había un indicio de dominio en sus ojos rojos. "Si le pides a alguien que lo busque de nuevo, no esperes que el niño en mi vientre venga a este mundo a salvo".

Después de que ella dijo eso, la sonrisa de Felipe desapareció.

Cuando ella dijo eso, Madeline sintió como si mil cuchillos le atravesaran el corazón.

Hace unas horas, la habían obligado a someterse a un aborto.

El niño había muerto.

Sin embargo, ella no le permitiría a Felipe saberlo.

Por supuesto, ella tampoco le dejaría saber que el niño había per