Naya se puso un poco nerviosa cuando escuchó a Madeline mencionar a la policía, pero fingió mantener la calma. “¿Qué quiere decir, Señora Whitman?”.

“Quiero decir…”.

Antes de que Madeline terminara de hablar, el teléfono móvil de Naya comenzó a sonar. Miró el identificador de llamadas y frunció el ceño. Luego, terminó la llamada y murmuró: “¿Por qué hay tantas llamadas acosándome últimamente? Es muy molesto”.

Después de quejarse, no siguió prestándole atención a Madeline. Empujó la puerta hacia la sala del hospital.

Ava tenía un poco de sueño cuando la despertó de repente el sonido de la puerta abriéndose. Cuando levantó su mirada somnolienta y vio que la persona que entraba era Naya, se levantó de inmediato a la defensiva.

“¿Por qué estás aquí?”.

“Ava”, entró Madeline y llamó a Ava.

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro atento de Ava. “Maddie, estás aquí”.

“Sí, te he traído el desayuno. Lo he preparado yo misma. Deberías comer primero y luego descansar”.

Ava sonrió y asi