“Ava, no digas nada primero. Sé lo que vas a decir. Cálmate y escúchame primero”.

Interrumpió Raegan apresuradamente, calmando las emociones de Ava que estaban al borde del colapso.

Ava, quien fue interrumpida, no mostró descontento. En cambio, se limitó a mirar a Raegan con tranquilidad.

“Está bien, habla”.

Al ver que Ava no estaba enfadada, Raegan se sintió silenciosamente aliviada.

También se recompuso antes de hablar.

“Ava, sé que no te gusta lo que he hecho en aquel entonces y lo que he hecho ahora. No quiero justificarme porque sé que soy la culpable. Pero Ava, somos madre e hija. Eres carne de mi carne, me niego a dejarte ir para siempre”.

La voz de Raegan empezó a sonar emotiva cuando aún estaba hablando. Sus ojos poco a poco se pusieron húmedos y enrojecidos.

“Ava, ¿me darías una oportunidad para compensarte?”.

El tono de Raegan era cauteloso, casi suplicante.

Las manos de Ava que estaban ocultas en sus mangas se apretaron lentamente. Podía ver las innumerables esper