Había sucedido tan repentinamente que Jackson quedó atónito.

Madeline, intuitivamente, intentó proteger a Jackson cuando, de pronto, le pusieron un cuchillo en la espalda.

“Eveline, conduce a donde te diga”.

La imponente voz de una mujer provenía de sus espaldas, Madeline levantó la vista para mirar el espejo retrovisor. No estaba sorprendida por el rostro que aparecía en el espejo.

“Eveline, ¿me escuchaste? ¡Empieza a conducir!”.

“¿Por qué le estás gritando a mi mami? ¡Aleja esa cosa peligrosa de mi mami!”, Jackson intentó detenerla.

“Mmm, pequeñín. Te sugiero que no hables. ¡Si te atreves a hablar de nuevo, no seré tan cortés contigo!”, amenazó la mujer.

“Ya estoy conduciendo. No discutas con un niño”. Madeline la miró por el espejo retrovisor, luego bajó la mirada hacia Jackson y le insinuó: “Jack, no te preocupes por mí. Ella solo está jugando conmigo”.

“Eveline, ¿quién querría jugar contigo? ¡Más vale que no intentes ninguna tontería si sabes lo que te conviene!”, advirtió