“Carter, todos somos adultos, así que no tienes que andar con rodeos”.

“De acuerdo, no lo haré”, admitió finalmente Carter.

Mientras hablaba, se dio la vuelta y sus afilados y profundos ojos negros miraban fijamente a Madeline.

“Eveline, quieres ver a tu hija, ¿no? Puedo hacer un intercambio contigo”.

Madeline frunció el ceño con encanto. “¿Qué quieres de mí?”.

“Ya que conoces a Fabián y Evan, entonces será fácil. Haz que Evan me prometa que le pedirá a su padre que cure a Shirley y luego te devolveré a tu hija”.

Carter expresó tal solicitud para el intercambio.

Madeline se rio entre dientes. “Evan y yo somos extraños que nos conocimos por casualidad. No puedo convencerlo, ni tengo la capacidad de convencer a su padre”.

“No puedes, pero Fabián sí”. El tono de Carter estaba lleno de absoluta confianza.

Madeline también vio esa determinación en los ojos de Carter.

Era atroz de su parte hacer de Lillian el término para el intercambio, pero al mismo tiempo, también mostraba lo mu