“¿Cómo es posible que sea difícil? ¡Todos los niños que has tratado se han recuperado!”.

“Sí, pero esos niños han tenido suerte. No sé si ella tendrá la misma suerte”. Evan levantó un poco la ceja y en su bello rostro se dibujó una mirada preocupada.

“Fabián, después de mi examen, estoy seguro de que su anterior médico ha diagnosticado mal a esta niña”.

“¿Diagnóstico erróneo?”. El corazón de Fabián comenzó a acelerarse, y había una mirada expectante en sus ojos. “¿Quiere decir que Lily no está enferma en absoluto?”.

“No”. La expresión de Evan parecía aún más solemne. “Está enferma, y es aún más grave de lo que le diagnosticaron antes. Por eso no ha mejorado después de todo este tiempo”.

“...”.

Fabián no sabía qué decir ante eso. Sentía como si le hubieran abierto el corazón y una frialdad que le helaba los huesos se estuviera extendiendo por sus extremidades.

Se sentía aturdido, pero aún recordaba lo que quería preguntar. Sin embargo, su tono sonó débil cuando habló.

“¿Qué vamo