"Jeremy, ¿en qué estás pensando exactamente?".

El hombre la miró con una expresión tranquila e indiferente.

"Eveline, no importa lo que yo piense, no voy a pensar más en ti", dijo fríamente y volvió a sacar su tarjeta de identificación. "Tómala si quieres. Si te parece sucia, entonces supongo que no tienes que registrar una cuenta para tu hijo".

"¿Mi hijo? ¿Es solo mi hijo?". Madeline se rio sarcásticamente. Las delgadas gotas de lluvia caían con más fuerza y nublaban su visión.

"¿Aún recuerdas lo que dijiste cuando te arrodillaste ante mí? Dijiste: 'Linnie, te haré feliz por el resto de tu vida'. Pero resulta que la felicidad que me diste es muy poco duradera".

Miró la tarjeta de identificación que estaba mojada por la lluvia. Contuvo sus emociones que estaban al borde del colapso y se negó a derramar una lágrima.

"Me voy a casar con Ryan pasado mañana. Te devolveré tu tarjeta de identificación cuando vengas a la ceremonia".

Madeline tomó la tarjeta de identificación y se march