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*—Clayton:

No, no podía creerlo.

Clayton dio un paso hacia atrás mientras el imponente hombre daba uno hacia delante hasta que, entre pasos y pasos, el desconocido estaba dentro de la habitación. Observó cómo este extendía un largo, fuerte y venoso brazo hacia la puerta, cerrándola, haciendo que Clayton jadeara. El ambiente se sentía cargado de excitación ahora que estaban allí encerrados. Sentía que su garganta estaba seca y su cuerpo vibraba de la emoción.

No podía creer que Luc, su desconocido y su buen samaritano estaba allí frente a él y lo podía ver claramente, nada de ojos borrosos ni de gafas perdidas y agradeció al cielo por haberse colocado las lentillas ese día, porque un manjar como aquel hombre era digno de ver.

La vista de Clayton pasó muy lentamente por Luc, empapándose con cada parte de este desde su cabello oscuro echado hacia atrás, sus estrechos ojos negros, su perfilada nariz y su fuerte mandíbula cubierta por barba de varios días. Su nuez de adán se movió cuando é
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