Capítulo82
Y aquellos despreciables individuos que se escondían en la oscuridad, sin vergüenza ni escrúpulos, vendrían corriendo a desgarrarte.

En la sala de cuidados especiales.

Después de recibir dos botellas de suero, la temperatura corporal de María finalmente volvió a la normalidad.

Despertó y lo primero que vio fue a Manuel de pie junto a su cama, con la mirada profunda y concentrada en ella. El dolor de cabeza parecía aún más fuerte.

Ella estaba ingresada con fiebre alta, todo gracias a este hombre que se aprovechó de la situación.

Al pensar en cómo él casi la habría forzado en contra de su voluntad, María se enfureció, sus ojos se pusieron rojos de rabia, y señaló furiosamente hacia la puerta, murmurando con voz amenazante: —No quiero verte, ¡sal de aquí!

—Admito que siempre he tenido la intención de estar contigo, pero lo de antes no fue mi culpa, ¡fue culpa del caldo tonificante! —dijo Manuel extendiendo la mano para agarrar firmemente sus delgados dedos. Con el ceño fruncido, la miró f
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