Capítulo301
—¡¿De qué tener miedo?! ¿Acaso los tres no somos capaces de enfrentarnos a un despreciable como él?

Santiago sacudió sus piernas con desdén, se rió con desprecio: —En el peor de los casos, arriesgaré mi vida. Mañana cargaré una ametralladora y entraré a la mansión de los Sánchez, ¡ratatatá, los barreré a todos!

—¡ Basta ya!

Luis no pudo soportarlo más, agarró una botella de licor abierta y la metió de repente en la boca incesante de Santiago, logrando que ese cerrara su boca parlante.

Manuel frunció el ceño mientras miraba el tenue candelabro en el techo, la iluminación estaba ajustada para que apenas pudiera distinguir los rostros, pero no podía sentir ni un ápice de temperatura.

El humo del cigarrillo entre sus labios, acompañando su respiración, se encendía y apagaba, como su estado de ánimo en ese momento, lleno de altibajos.

A pesar de que el frío del invierno había pasado y era una hermosa noche primaveral, no podía detener el frío que sentía en su corazón.

Esa bestia resucitada,
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