Capítulo276
—Sebastián, tú…

María no esperaba que Sebastián de repente fuera tan gentil con ella. Su cuerpo tembló involuntariamente, y levantó la cabeza rígidamente para mirarlo.

Bajo la brillante luz del sol de primavera, el hombre maduro y amable se mantenía erguido y ordenado. Con una mirada cálida en sus negros ojos, la observaba sin pestañear, con una sonrisa plena de alegría.

Era como el buen hermano mayor que siempre esperaba cuando era joven, alguien que la cuidaba y amaba incondicionalmente.

A pesar de lo amable que era con ella, al final no era su hermano de sangre. Debía evitar cualquier posible malentendido.

María retiró lentamente su mano de la palma de Sebastián, sintiéndose un poco incómoda. En ese momento, Daniela se acercó de repente, rodeando a María con el brazo y llevándola hacia un lado. Con una sonrisa astuta, le recordó a Sebastián: —Hermano, ya tienes una prometida. No te preocupes por María. Ella, en el futuro, será atendida por el apuesto Manuel. Sé más sensato y aléjate
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