Capítulo184
María yacía en la cama del hospital, de espaldas a la puerta. Escuchó unos pasos ligeros acercándose hacia ella. Sus dedos, apretados en las sábanas dentro de la manta, se tensaron aún más, pero no se volvió ni habló.

Los pasos se acercaban más y más, y su corazón se elevaba en la garganta.

En este momento, no quería ver al hombre cruel que la había lastimado.

Desearía que el tiempo pudiera retroceder. En el momento en que Nicolás la acorralaba, no habría buscado refugio en su lugar, y mucho menos habría firmado ese maldito contrato con Manuel.

Fue por ese contrato que anoche tuvo que soportar pasivamente y humillarse, ¡soportando el frenético e interminable asalto de él!

¡Se arrepentía de verdad!

Su corazón estaba tan adormecido que parecía insensible. Sus ojos se volvieron húmedos y lágrimas amenazaron con caer. María levantó la vista hacia el techo blanco y parpadeó para evitar que las lágrimas brotaran.

—Señorita García, soy yo.

La voz suave y gentil de Luis resonó en sus oídos. Ma
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