"Perdón, Tío, Justin no lo hizo a propósito. ¡Tío, por favor no!" Sus ojos claros parpadeaban de manera adorable, haciendo que Rafael sonriera levemente. Nunca había hablado con niños pequeños antes; su vida era demasiado seria y se tornó aún más seria después de que Anna se fue.

Por otro lado, Rafael se asombraba de este niño. En lugar de llorar y culpar a Rafael, el niño simplemente se disculpaba.

Justin no respondió, se enfocó nuevamente en mirar a Justin, se quedó absorto en la figura que sostenía en brazos. El niño de unos cinco años aproximadamente le resultaba muy familiar; sí, se parecía a él cuando era pequeño, solo que este niño regordete tenía la piel muy clara, tan blanca como la leche, como Anna.

Rafael sacudió la cabeza, todo lo que veía lo comparaba con Anna. ¿Qué más podía hacer? Solo Anna ocupaba su mente, especialmente después de su encuentro en la empresa hace algún tiempo. El mundo de Justin volvía a estar lleno de Anna.

"¡Justin, cariño!"

La madre de Amarta se apr