"¿Amor, no vas a la oficina hoy, verdad?"

Habían llegado a la casa de los padres de Rania hace apenas una hora, ya era tarde y Edrick no tenía que ir a la oficina.

"No, ¿te gustaría salir?" ofreció Edrick.

Rania negó con la cabeza, luego corrió hacia su tocador y tomó algo de allí. La mujer luego se acercó a Edrick con las manos escondidas detrás de su espalda.

"Amor...!" lo llamó con dulzura.

Edrick no respondió, pero sintió que había algo extraño en la mujer.

Rania se acercó, luego se sentó en el regazo de Edrick y le mostró lo que llevaba.

Edrick frunció el ceño al ver la caja que sostenía su esposa.

"¿Qué es eso?" preguntó Edrick mientras miraba la caja que Rania sostenía, una caja transparente que contenía pequeños frascos de colores.

"Es esmalte, vamos a jugar a pintar las uñas".

Edrick negó con la cabeza de inmediato, ningún hombre se pinta las uñas, sus compañeros de oficina se reirían si lo viera pintándose las uñas.

"Tú sola, yo soy hombre, Rania", rechazó Edrick con firmeza