Mini Anna

Rubén tomó la mano de Alana y la sacó de la tienda. Alana, esa mujer tonta, se había humillado a sí misma y a Rubén allí mismo.

Una vez fuera de la tienda, Alana apartó la mano de Rubén. Lo miró con furia.

"¿Dónde has puesto mi dinero, eh?", preguntó mientras empujaba el pecho de Rubén con su dedo índice. Según sus recuerdos, el dinero en su cuenta bancaria era enorme, pero de repente no era suficiente para pagar sus compras, que solo ascendían a unos pocos millones.

El rostro de Rubén se volvió pálido, se había gastado todo el dinero de Alana en las mesas de juego y para pagar a las mujeres de compañía.

"E-eso, t-tu dinero lo usé para sicarios. Sí, contraté muchos sicarios para acabar con Anna y Rafael".

"¿Todo?", preguntó frustrada.

"Sí, el pago no fue barato, ya sabes, Alana, eliminar a Anna y a Rafael no es fácil, ya lo sabes. El viejo los ha equipado con los mejores guardaespaldas".

Alana se frotó la cara con brusquedad, luego salió del centro comercial con paso cansino.

Tercer d
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