20- Dolorosa verdad.

Sería un poco más de la siete de la mañana cuando el teléfono de la mansión sonó repetidas veces,Clemencia con la lentitud de su avanzada edad fue hasta la mesita y levantó el auricular.

El ama de claves trasladó la llamada a la habitación de Eduardo quién algo somnoliento se incorporó al oír la voz de Isabella.

—Atiende de una vez que se va a despertar el bebé.

—Hola,¿quién es?

—Arteaga,vente ya para la clínica San Joseph.

Eduardo se estiró y estrujó sus ojos y bostezó—Arteaga,¿qué haces llamando tan temprano?,¿te ocurrió algo?

—Es un asunto grave y te involucra,aquí te espero.

Eduardo colgó la llamada y se dio una ducha rápida y se vistió casual,Isabella se había vuelto a dormir,no creyó conveniente despertarla porque había pasado mala noche,el bebé lloraba cada dos horas.Por hambre, cambio de pañal o capricho de estar en brazos,los traía locos de cansancio y sueño.

Besó en forma leve la mejilla de su mujer que descansaba en forma plácida.Su mirada acarició al pequeño Victor que dor
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