Dante continuaba con su relación entre nubes con Emilia, el tratamiento de Liliana estaba

mejorando su situación y disminuyendo la gravedad de la enfermedad pero todo era lento, ya

estaba consiente solo que en una habitación que la mantenía aislada para mantenerla alejada de

virus y bacterias que podrían empeorar su situación por sus defensas bajas.

Emilia y Damián entraron y el niño corrió hacia su mamá hasta que lo detuvo un cristal

transparente.

— Mamá te extraño— le dijo Damián al verla del otro lado tan delgada frágil.

— Yo también te extraño hijo, a los dos— se corrigió mirando a Emilia también— pero ya estoy

mejorando verás que en cuanto me cure podremos abrazarnos.

—Si mami— a Damián le temblaba el labio en su intento de verse fuerte y aguantar las ganas que

tenía de llorar, pero era una batalla perdida, las gotas de dolor corrían por sus mejillas partiendo el

corazón de su madre.

— Dime ¿qué has hecho?— Liliana también había comenzado a llorar.

— Mamá gane un evento del día