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Capítulo 4

Emma.

Ruth es la vampira más hermosa de toda la villa, pelirroja con un cabello tan sedoso, una hermosa figura de su cuerpo, ojos verdes oscuros como un pino, su sonrisa tan resplandeciente y sin omitir que ella me odia como yo a ella además cabe mencionar que vive en una de las casas más costosas cerca del castillo.

Se que Luke y Ruth han tenido un romance, ya que los he visto cuando se besan pero tratando de que nadie los miré. Sólo cuando Van me dice que están juntos voy a confirmarlo.

—Mataré a tu informante Emma ¿Quién fue quien te dijo eso?

Luke en vez de estar enojado, ahora pareciera que estuviera más bien ¿Preocupado? Tal vez le asusta que descubra alguno de sus secretos. Van apareció detrás del rubio con una mirada llena de odio hacia él, me mostró un cuchillo de oro haciendo que temiera ir la vida del rey —el oro como la plata y el ajo nos puede dañar a los vampiros, licántropo y criaturas mágicas—, así que negué con la cabeza lentamente.

—¿Quieres que te ayude Emma? —preguntó Van acercando el cuchillo a Luke.

Volví a negar lentamente haciendo que después desapareciera Van.

—Si te casas con Ruth, te doy un hijo y le haces creer al pueblo que es de ustedes dos ¿No te gustaría esa idea? Se que no me quieres como yo no te quiero a ti Luke —susurré cansada.

—No me vas a decir que tengo que hacer Emma —soltó el agarre.

En cuanto Luke me liberó de sus manos en mi cintura, corrí hacia la puerta de madera para salir del comedor, pero antes de salir la voz del rey me interrumpió.

—Ten cuidado Emma, hay criaturas haya fuera —susurró Luke mirando el suelo.

—Te recuerdo mi rey, que tu fuiste quien me dijo que no te ibas a preocupar por mi, así que deja de fingir que te importo —espeté molesta.

—Llega por favor a la hora de comida Emma —se acercó a mi—. No quiero hacer lo mismo siempre, aunque no lo parezca también me afecta a mi.

—Si te afectara no harías lo harías Luke.

Salí del comedor dejando a Luke sólo y con la palabra en la boca.

Caminé hacia la salida principal y ahí tomar mi abrigo de color beige para dirigirme a la casa de Anthony. Tengo hambre y se que en este lugar el alimento está negado para mi.

(...)

Al llegar a la cabaña de Anthony lo primero que hice fue tomar el timbre desesperadamente, mi estómago no dejaba de gruñir diciendo que tenía hambre. La casa del lobo siempre se me ha hecho muy acogedora, tanto que me encantaría vivir en ella, pero se que no es nada posible.

Segundos después de que haya tocado el timbre, Anthony salió con un pantalón de mezclilla dejando ver sus ejercitados pectorales haciéndome sonrojar un poco. Me sentí un poco intimidada por él, ya que normalmente nunca lo veía de esa forma, pero últimamente está dejándome ver su increíble figura.

—¿Puedo quedarme contigo? —pregunté.

—Por supuesto pequeña —aseguró.

Sin querer me lancé a los brazos de Anthony, estaba muy triste y sola que quería un poco de compañía, es difícil estar en mis zapatos ya que sólo hay soledad. El hombre lobo tomó mi mano depositando un beso en ella haciéndome sonrojar un poco, ya que me pone nerviosa su tacto en mi piel.

Ambos entramos a la cabaña con nuestras manos entrelazadas. A diferencia del hogar de Luke que impone miedo, tiene oscuridad y antiguo., la casa de Anthony tiene grandes ventanales de vidrio haciendo que entrara todos los rayos del sol y los de la luna haciendo que siempre hubiera una gran cantidad de luz.

Caminamos por el pasillo de suelo de madera hasta llegar a la sala en donde se podía observar los sofás cafés y una pequeña chimenea enfrente de nosotros haciendo que entrara la casa en calor, ahí nos sentamos en un sillón quedando un poco juntos.

—¿Qué sucedió? Estas triste —acarició mi mejilla.

—Tengo hambre —hablé apenada—. Luke me dejó sin comer nuevamente.

—Esto no se va a quedar así —gruñó Anthony—. Ven acá pequeña.

Anthony me tomó de la cadera para sentarme nuevamente en sus piernas como el día de ayer. No podía negar que sentía una corriente eléctrica entre nosotros, pero no podía decir nada ya que no se si el hombre que está a mi lado sienta esa chispa que yo siento. Noté como el hombre lobo hizo crecer sus colmillos nuevamente para que pudiera morder su muñeca sin pensarlo mucho, mientras que él hacia esa acción, yo lo abrazaba como su fuera mi protector y no Luke.

—Bebe —ordenó—. Toma todo lo que necesites.

Sin quererlo tomé la muñeca de Anthony con fuerza para acercarla a mis boca y así beber de ella rápidamente. No quería lastimarla, pero no podía detener mi velocidad de succionar su sangre, pues era más mi hambre que tenía que la delicadeza que podía tener. Aunque al notar que el licántropo se empezaba a quejar un poco por mi fuerza me alejé de él.

—Emma —susurró algo agitado el hombre lobo.

—¿Si? —pregunté algo preocupada por él.

—Sigue —me miró.

—¿Seguro? No te quiero lastimar —lo miré.

—Se que se está forma no lo vas a hacer—me dio un beso en mi mejilla.

No entendía de que estaba hablando, hasta que vi como una de las uñas de Anthony se transformaba en garra nuevamente —me sorprendía lo que podía hacer con su cuerpo—, el hombre lobo rasguñó parte de su cuello haciendo que de este saliera sangre. ¿Quería que lo mordiera?

Como no soy totalmente vampiro no tengo mis colmillos todavía y necesito que alguien haga la cortada para beber de la sangre, ya que tengo dientes de humano.

Pasé mi lengua encima de los labios al oler el dice aroma del líquido rojo que bajaba por el cuello de Anthony. Con cuidado coloqué mis dientes encima de la cortada para poder empezar a beber de él con cuidado.

—Creo que es suficiente por hoy —dije separándome de él.

—Me gusta la sensación que causas en mi al morderme —confesó.

—Y a mi al beber de tu sangre —admití.

—¿Quieres ir a cazar? —preguntó besando mi mejilla.

—Me encantaría —sonreí.

Me levanté de las piernas de Anthony y así que él se pudiera levantar y así irnos. El hombre lobo ni siquiera se molestó por ponerse una playera o algo para cubrirse su pecho. Tomó mi mano para caminar a la salida, se sentía tan bien estar a su lado que no me daba miedo del mundo exterior. Antes de salir de la casa el licántropo tomó un pequeño bolsillo color marrón en donde se encontraba su ropa. Salimos de la cabaña con nuestras manos entrelazadas y una sonrisa en mi rostro.

Cuando salimos, Anthony corrió para transformarse en el hermoso lobo que es haciendo que fuera tras el. Al llegar a la criatura me subí en su lomo para así llegar más rápido al lugar en donde íbamos a cazar. Desde la altura en donde estoy se podía apreciar todo el bosque hasta donde cae el sol. Di un beso en el pelaje del licántropo haciendo que gruñera un poco para plasmarme una sonrisa.

Anthony tomó el bolsillos con su boca para comenzar a correr haciendo que tomará fuerte su pelaje para no caer al suelo. Corríamos por el pasto verde sintiendo la brisa en nuestra contra, las hojas de los árboles volando con el aire hacia nuestra dirección. Era perfecto la imagen que tenía en este momento, la paz que tenía nadie me la iba a quitar, ni mi padre y mucho menos Luke.

Entramos al bosque sintiendo un poco de frío por los inmensos árboles que cubrían el sol. No entendía a donde íbamos ya que habíamos al centro de lugar y Anthony seguía caminando sin detenerse. Siempre nos detenemos cuando encontramos un conejo o un animal pequeño, pero esta vez ya hemos visto demasiado y no se detenía, empezaba a tener miedo.

Anthony empezaba a bajar su velocidad cuando después de atravesar el bosque maldito —como mucho los llaman—, pude ver un hermoso lado. Nadie ha cruzado el bosque completo por el lago de hadas, los árboles son tan grandes que uno se puede confundir, ni el rey es capaz de entrar a este lugar, así que nadie puede saber que es lo que hay detrás de el hasta ahora.

Al llegar a la orilla del lago pude notar que el agua estaba tan limpia que se transparentaba todo lo que había debajo de ella. Había rocas por doquier y de cualquier tamaño hasta incluso una de mi tamaño. Aunque hubiéramos llegado a esta parte del bosque, este todavía no daba a su fin, me pregunto que hay más adentro de el.

Anthony me dejó en el suelo para que él se fuera a transformar en humano detrás de una de las rocas llevando su bolsillo consigo. Mientas que él hacia esa acción, yo me dedicaba a mirar la vista tan hermosa que tenía adelante de mi. El hombre lobo salió de su escondite con sólo un pantalón deportivo dejándome ver nuevamente sus abdomen.

—¿Es hermoso? —me preguntó Anthony en mi oído.

—Si ¿Cómo lo encontraste? —cuestioné con asombro.

—Estaba cazando, vine a perseguir a un zorro y encontré esto haciendo que me enamorara —tomó mi mejilla.

—Siempre me impresionas —le hice el cumplido.

—Vamos a nadar —dijo jalándome de mi mano.

—No tengo traje de baño —me sonrojé.

—Usas ropa interior ¿Cierto? —habló con una sonrisa.

—Claro, siempre —reí.

—Entonces vamos —sonrió.

Anthony se alejó un poco de mi para comenzar a quitar sus pantalón de mezclilla y al terminar dejarlo encima de una de las piedras que estaban cerca. Corrió hasta el lago para sumergirse en el causando una sonrisa en mi.

—¡Vamos Emma! Ven —exclamó Anthony con una sonrisa.

Con nervios tomé el cierre de mi vestido rosa para empezarlo a bajar lentamente haciendo que causara un escalofrío en mi por el frío que hacia. Al quedarme en ropa interior me quité mis tacones y dejarlos encima de la ropa de Anthony para caminar tímidamente hacia la orilla del lago. Cuando toqué el agua me dio frío ya que estaba helada. Nadé temblando hacia el hombre lobo quien me miraba divertido, lo abracé por instinto ya que estaba temblando.

—Pensé que los vampiros no tenían frío —reía Anthony.

—No soy totalmente vampiro —temblaba.

—Calma pequeña, lo mejor será que salgamos, no quiero que te enfermes o te suceda algo —habló algo preocupado.

Anthony me cargo en sus brazos para salir de la fría agua. No podía negar que estaba muerta del frío, de hecho no sentía mis dedos de los pies. Al salir el hombre lobo me colocó en una de las rocas para después sentarse a un lado mío. El licántropo se bajó de la piedra para tomar una playera de su bolsillo y así colocármela encima de mi cuerpo.

—Gracias —susurré.

—Lo siento, si hubiera sabido que tendrías frío no te hubiera dejado entrar ahí —besó mi frente.

Anthony volvió a tomar su lugar a lado mío, me abrazó colocando su brazo en mi cintura causando un escalofrío. Vi como el hombre que estaba a lado mío tragaba saliva antes de hablar.

—¿Sabes lo que son los mates? —preguntó algo nervioso.

—Si, son las almas gemelas de los licántropos —sonreí.

—Una vez cuando eras pequeña te dije que había encontrado a mi mate ¿Recuerdas? —rascó su cabellera.

—Si —asentí.

—Y han pasado más de 80 años y jamás te la he presentado ¿Cierto? —cuestionó.

—No, creo que no.

Era cierto. No había pensado en lo que me estaba diciendo Anthony, recordé que me había comentado que había encontrado a su mate el mismo día que lo conocí, pero nunca la volvió a mencionar.

—Emma, desde que te encontré en esa pradera a tus 5 años supe que no sólo eras una niña pequeña, también sabía que había encontrado a mi mate que me tarde en encontrarla —admitió.

—¿De qué hablas? —cuestioné.

—De que ya no puedo fingir que no me importas, no puedo fingir que no me molesta que estés comprometida con Luke porque yo te amo —admitió.

Y sin más, me besó.

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